Abbas Fahdel, director de Homeland (Irak year zero)

"Yo quería que el espectador viera la película entendiendo que estas personas habían muerto"

Por Iván Pinto Veas

Biografía +

Crítico de cine, investigador y docente. Doctor en Estudios Latinoamericanos (Universidad de Chile). Licenciado en Estética de la Universidad Católica y de Cine y televisión Universidad ARCIS, con estudios de Comunicación y Cultura (UBA, Buenos Aires). Editor del sitio http://lafuga.cl, especializado en cine contemporáneo. Director http://elagentecine.cl, sitio de crítica de cine y festivales.


 
 

Las cerca de seis horas del documental Homeland (Irak Year Zero) de Abbas Fahdel no debiesen asustar a nadie.  Se trata de un registro en dos partes, antes y después de la invasión norteamericana a Irak. La parte uno empieza en el año 2003 desde el aviso de un inminente ataque, aquí Fahdel registra la vida cotidiana de Irak, recorriendo la ciudad, el mercado, las calles y el ambiente social, así también, conocemos a sus sobrinos, familia y amigos desde cerca, siendo uno de los protagonistas Haidar, su sobrino de 12 años. Todo esto está contado desde una óptica cercana “desde adentro”, una crónica cotidiana.. El clima que va adquiriendo esta primera parte está dado por la belleza y la calma con que se vive en esta ciudad, al menos desde una cotidianeidad donde los otros, la convivencia y el encuentro son posibles, pero que a la vez se sabe amenazada, con cierta incertidumbre. La inquietud se transforma en una sombra cuando nos acercamos al final de la primera parte y empieza el segundo segmento que es devastador, no tanto por lo cruenta (aunque hay hechos, claro, pero no se trata de la violencia expuesta), sino por la destrucción de un sistema de vida, los lazos comunitarios que es expuesta por parte de Fahdel con ojo cercano pero reflexivo. La incertidumbre afecta la seguridad urbana, la higiene y la integridad de los cuerpos frágiles: mujeres, niños, ancianos. La ciudad se hace de armas, surgen los ladrones pero así también la miseria. La devastación de la ciudad, los barrios y los monumentos, todo rastro de cultura es destruido y en su lugar llega ahora la televisión satelital y el acceso a la cultura norteamericana. Filme río, novela familiar, testimonio cercano de la guerra y la sobrevivencia, termina de forma repentina con la muerte de de uno de sus personajes. El filme se vuelve un registro implacable, certero y devastador del daño al tejido, al universo íntimo que constituye la vida social, la precarización de la vida y la exposición radical de los cuerpos. El filme pudo verse en el marco de FicValdivia 2015 y  Fidocs 2016.

Nos encontramos con Abbas Fahdel, su director, en el pasado Festival de Cali, donde se dio el tiempo de respondernos algunas preguntas.

Iván: Gracias, estoy muy contento de que estés aquí. La primera pregunta es súper simple y es sobre el tema de la duración. Esta es una película que pareciera requerir esta extensión, rompiendo los esquemas usuales de películas de 1 o 2 horas. Te quería preguntar por esa decisión…

AF: Pues, en realidad, yo no decidí hacer una película larga. El tema lo impuso. Y al ver las 120 horas de material entendí que iba a ser muy larga, que tenía que hacerse en dos partes. Y la duración y la forma de las dos partes, se impuso en el momento de la edición.Durante el rodaje, no tenía conciencia que estaba haciendo una película larga, ni siquiera estaba seguro que iba a haber una película al final de eso. Solo estaba haciendo una crónica diaria de la vida en Irak, con la idea de hacer una película, pero no sabía si al final iba a tener el material suficiente como para hacerla.

Iván: La película está dividida en dos partes. Una es la mezcla entre la familiarización con los personajes y el evento del miedo.  Y la segunda es sobre la descomposición familiar, social..

AF: Pues, para darte una imagen sencilla: es como un juego de bolos. Durante la primera parte, están los bolos instalados, los bolos en pie. Y luego, llegan los americanos y rompen con todo, como en el bowling.

Iván: Vamos a los temas. A mí, lo primero que me inquieta es saber el estado “post” de esto. Porque es una crónica sobre Irak y lo registras, hasta el año en que terminas la película. ¿Qué ha pasado desde entonces en Irak?

AF: La situación no mejoró, sino que empeoró. Es decir, además de la violencia, ahora existe corrupción, lo cual implica que ahora existen 5 millones de refugiados iraquíes en todo el mundo, fuera de Irak. Cuando yo me fui, para estudiar cine en Francia, todo el mundo en la ciudad habló de esto: era un evento el que alguien hubiera ido a Francia a estudiar. Yo era el primero. Irak no es un país de emigración. Pero desde el 2003, a raíz de la violencia de todo tipo, cinco millones de iraquíes se fueron del país y lo siguen haciendo todavía.

La película cuenta lo que pasó ahí e implica todo lo que pasó después… lo de ISIS, por ejemplo, que tuvo un impacto sobre todo el mundo. Yo estaba en Túnez cuando ocurrió el atentado. Y luego, lo que ocurrió en España, en Francia… También, para utilizar una metáfora, los americanos abrieron una caja de Pandora y ya no la pueden cerrar. Los demonios salieron de Irak a Siria y ahora al mundo entero.

Iván: Una de las imágenes más fuertes de la película es la destrucción de la comunidad, de los lazos

AF: Efectivamente, es lo más grave que ha pasado. Y es lo que va a ser más difícil de corregir, de reconstruir.

Iván: Una de las cosas más impactantes sobre el elemento de la destrucción, y en donde la película hace énfasis, es la destrucción de la cultura, entendida como arte, como el archivo cultural. Te quería preguntar, ¿existen hoy espacios de resistencia o es una destrucción más absoluta?

 AF: Los primeros resistentes en Irak, son los intelectuales. Entre ellos, una joven generación de cineastas que están todavía liderando las manifestaciones.

Pero ahí tocas un tema muy importante, que es el asunto de la cultura, por supuesto. Porque, por ejemplo, con las vidas humanas habrán nacimientos para compensar las muertes. Las casas destruidas se pueden reconstruir. Pero la cultura y la memoria del país que han sido destruidas, son muy difíciles de reconstruir.

Iván: A mí me parece también que la película apuesta por un humanismo. Un humanismo que no es solamente compasivo y vertical. Es una película muy horizontal. Entonces, eso me parece muy importante en la película, ya que hace muy cómplice al espectador. Te quería preguntar sobre esa cercanía y, a la vez, esa distancia narrativa, en el montaje sobre todo…

AF: Sí, es muy complicado, ya que los protagonistas son mis familiares, gente muy cercana. Entonces, tenía empatía por todas las personas, incluyendo los desconocidos, porque también filmé gente que no era de mi familia. Y creo que es un asunto de carácter, de personalidad. Tengo empatía para la especie humana en general, no solo para los iraquíes. Aquí, cuando conozco a gente, estoy llevado por la empatía, no tengo prejuicio, voy de una vez a hablar con la gente. Ese era mi enfoque en Irak y las personas aceptaron ser filmadas por mí porque sentían que mi enfoque no era el de un voyerista, que no iba a burlarme de ellos. Mi distribuidor francés dijo una cosa que me encantó. Dijo que esta película nos muestra el camino posible hacia una humanidad compartida. Porque claro, cuando lo muestro en Japón, en EEUU o en Túnez, los espectadores reaccionan de la misma manera, porque la película crea un puente ellos - los espectadores, en donde sea que estén - y la población iraquí. Muestra, a fin de cuentas, gente que podría ser de cualquier parte del mundo.

Iván: Hay una dimensión ética cinematográfica fundamental, en relación al relato de Haidar. Desde el comienzo está anunciado y, sin embargo, cuando termina la película y ocurre eso, que corta abruptamente, todo se organiza. Es como si ese elemento, organizara toda la película. Es la toma de conciencia brutal. Hay una decisión ahí, sobre cómo tratar eso,  qué  mostrar y qué no mostrar. Quería preguntarte por esa decisión

AF: Es una película de guerra sin cadáveres. Pero, paradójicamente, hay mucha vida en tiempos de guerra. Filmé personas que viven, que luchan en lo cotidiano, a pesar de la violencia y la muerte. Gente muy tenaz.

Hablemos de Irak. Si miras en Internet y en YouTube, solo hay cadáveres, escenas de violencia horrible, muertes… Pero yo tengo una actitud ética sobre esto. Es decir, no se puede filmar cualquier cosa ni mostrar cualquier cosa.

Y sobre Haidar, la primera escena que edité fue la muerte, el final de la película. Y, básicamente, edité toda la película para llegar a ese final. Porque al ver el material, en el momento de editar, me di cuenta que Haidar es el personaje principal. No era obvio, a fin de cuentas había filmado muchos personajes y no sabía que Haidar podía tener esa importancia. Sabiendo que había muerto, me pregunté en qué momento lo tenía que anunciar. No podía dejar al espectador viendo la película, durante cinco horas y media, con este chico y solo al final anunciar que había muerto. Sentí que el espectador no lo hubiera entendido y que el choque hubiera sido demasiado fuerte. Entonces, decidí anunciarlo muy temprano, desde el inicio, mostrarlo vivo y decir: “este chico va a morir a raíz de la invasión de Estados Unidos”. Así, amortiguaba el choque del final y también, porque desde el momento que el espectador sabe que este niño va a morir, el espectador no ve la película de la misma manera. Cada momento de la vida cotidiana, toma una dimensión diferente. Y quería que el espectador viera la película como yo la veo. Cuando la edité,  veía fantasmas en la pantalla. Y yo quería que el espectador viera la película entendiendo que estas personas habían muerto.

Iván: A ratos al interior del filme me sentía en una novela histórica. Hay algo ahí, en lo que se sostiene la película…  una novela-río. Un aire a novela rusa como de Dostoievsky

AF: Claro, cuando se hace una película, no se analiza tanto. Es más, cuando se escuchan las críticas después de su estreno, uno se da cuenta que sí que se siente así.  Lo que yo quería era contar un país en un momento histórico importante y contarlo de manera intimista. Es decir, con personajes… Dostoievsky es básicamente eso: un grupo de personajes que uno sigue, por un momento histórico. Un periodista lo relacionó con The Deer Hunter de Michael Cimino, que también es en dos partes: el grupo de amigos, en donde la primera parte termina con una escena de matrimonio y luego, la guerra y el impacto de ella sobre la vida de cada personaje. Yo no pensé en Michael Cimino cuando hice mi película,  fue interesante darse cuenta que había algo parecido.

 

 

 

 
Como citar:
Pinto Veas, I. (2017). Abbas Fahdel, director de Homeland (Irak year zero), laFuga, 19. [Fecha de consulta: 2024-12-14] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/abbas-fahdel-director-de-homeland-irak-year-zero/842