Conversando con Gustavo Noriega

Por Iván Pinto Veas

Biografía +

Crítico de cine, investigador y docente. Doctor en Estudios Latinoamericanos (Universidad de Chile). Licenciado en Estética de la Universidad Católica y de Cine y televisión Universidad ARCIS, con estudios de Comunicación y Cultura (UBA, Buenos Aires). Editor del sitio http://lafuga.cl, especializado en cine contemporáneo. Director http://elagentecine.cl, sitio de crítica de cine y festivales.


 
 

El director de El Amante estuvo en Chile para el FIDOCS 2005, participó en un foro sobre crítica de documentales, paseó un poco la ciudad y conversó con laFuga sobre las influencias de El Amante en Argentina, el estado de la crítica y el nuevo cine trasandino.

Iván Pinto: ¿Has visto algo de la escena local cinematográfica?

Gustavo Noriega: No conocía nada del movimiento documentalista chileno y me empapé bastante de eso, me impresionó que tengan una asociación constituida, donde tengo entendido que están todos ahí. Hay un grado de organización, de un género que suele ser bastante individualista, cada uno va por su lado y es difícil hacer algo juntos.

I.P.: Bueno, ha costado mucho se haya formado algo más reflexivo en torno al cine acá…  las películas de los ’90 que se hicieron en Chile estaban enfocadas a crear un mercado. Recién ahora se está creando un espacio más reflexivo, instancias más interesantes, como este tipo de festivales. A propósito de eso mismo, tú que eres director de la revista El Amante, ¿qué rol crees que ha cumplido El Amante en ese sentido, de generar reflexión en tú país?

G.N.: No va a sonar muy humilde lo que voy a decir, pero es casi un hecho histórico. Cuando apareció la revista, a fines del ’91, el estado de la crítica y del cine nacional en Argentina era muy malo, era una situación catastrófica. Y la aparición de la revista sirvió para mejorar ambos campos. No sólo el de la crítica, sino que también del cine argentino. Este se vio beneficiado por una nueva generación de críticos. Después ya no dependió sólo de El Amante sino de otros lugares. Incluso críticos que ya existían: Sergio Wolf es un ejemplo, a partir de que apareció El Amante fundó otra revista, gracias al odio que le provocaba El Amante. Con lo cual eso era bueno, digamos, de repente no había ninguna revista y de repente había dos, que estaban muy enojadas entre sí. O sea que incluso como catalizador a través del odio, fue muy útil y el panorama cambió bastante en ese sentido.

I.P.: ¿Qué ocurre con la aparición de una crítica con personalidad, con carácter? ¿Qué ocurre con el espectador, de qué manera influye en el tipo de cine que se quiere ver, o a nivel de realizadores?

G.N.: Lo primero que pasa es una cosa casi del orden de lo personal. Mucha gente tenía diálogos a solas o con muy poca gente y sentía que no existía la posibilidad de hablar de cine desde un lugar que no fuera no frívolo ni académico. Entonces, que alguien lo hiciera, o que estuviera en desacuerdo era como legitimar la posibilidad de hacerlo. La revista me parece que ayudó a que mucha gente se sienta menos sola, a pesar de que se congregue o no se congregue, que se pelee o no, es como decir, se puede hablar de cine desde un lugar personal que no sea un paper académico ni un “me gustó” o “no me gustó”.

I.P.: Eso es muy interesante, porque en el fondo tú estás haciendo un retrato también de lo que ocurre acá en algún sentido. No existe un espacio que esté en ese intermedio. Quizás los saberes están muy divididos cada uno en su campo. El académico, el periodístico, de directores. Y pareciera que no hay ningún intervalo. Quizá podríamos situar ahí el lugar de la crítica.

G.N.: Sí, yo creo que una de las grandes cosas que tuvimos nosotros cuando formamos El Amante es que no teníamos ninguna relación con nada. O sea, mi socio era matemático y trabajaba en diseño, yo me había recibido de biólogo … nadie nos conocía. Yo hasta el número 1 de El Amante nunca había escrito una palabra impresa. Jamás, no tenía una novela escrita, ni poemas, ni cartas, era un ágrafo total. Entonces, tanto las virtudes como los defectos que teníamos eran nuevos, no estaban contaminados por un saber, éramos muy ignorantes además. Y eso también fue bastante positivo. Nos hacíamos cargo de esa ignorancia y tratábamos de despejarla, pero era un lugar que no estaba ocupado ni por el profesionalismo de ir a ver la película, escribir en el diario y quejarse de tu editor que no te da espacio; ni por la carrera académica que te impone un tipo de lenguaje, de estudio. Y en definitiva todo el mundo tenía algo que decir, con más o menos profundidad y toda esa conversación no se estaba dando en un nivel público. Nosotros canalizamos ese lugar de conversación.

I.P.: Sobre el surgimiento en los años ’90 de lo que se llama Nuevo Cine Argentino…

G.N.: Fue muy importante… Sí, porque en general los nuevos cines son acompañados por una nueva crítica. Más allá de que no teníamos ninguna relación con la producción de películas sentamos las bases. Partiendo, sobre todo con tener un lugar de crítica de lo viejo. La crítica de lo viejo es fundamental para que eso eclosione en algo nuevo.

I.P.: Qué ves que ha ido ocurriendo en el último tiempo con el cine argentino, ¿se sigue manteniendo la discusión tan vigente de los años ’90? ¿Qué ha ido ocurriendo con los directores?

G.N.: La Nouevelle Vague duró tres años. Fue del ‘59 al ‘62. En Argentina lo cierto es que hubo una gran renovación a mediado de los ’90 y eso ya no tiene vuelta atrás. Eso ha generado cuatro o cinco directores muy interesantes de los cuales espero más películas, ha mejorado el nivel técnico de casi todas las películas argentinas y sigue existiendo la posibilidad de que aparezca gente nueva, hay muchos estudiantes, o sea, quizá haya pasado el momento revolucionario, pero hay una cosa de no retorno y las cosas están mejor.

I.P.: ¿Crees que se haya industrializado el tema de la producción cinematográfica en Argentina a partir del Incaa?

G.N.: A lo que voy es que una de las razones de la aparición del Nuevo Cine Argentino fue la puesta en marcha de la ley de cine, o sea, lo que pasó es que de repente comenzó a haber plata para el cine argentino. Hay plata, se financian las películas, se puede filmar. Se puede discutir después si el Incaa selecciona bien los proyectos, etc. Pero lo cierto es que hay proyectos y hay plata para hacerlos y eso es una situación nueva. Hay cosas paralelas que son muy coyunturales, como la devaluación y la gran cantidad de estudiantes de cine hizo que mucha gente del extranjero viniera a filmar publicidades, todo el mundo tiene trabajo, filmando publicidad, es un estado de bienestar que va más allá, es coyuntural pero existe.

I.P.: ¿Has visto algún director nuevo, alguna película que creas que esté señalando nuevas luces con respecto al cine?

G.N.: Bueno en este momento estamos esperando las nuevas películas de estos cinco o seis directores que te decía, de Lisandro Alonso, Caetano, se está a la espera de todos esos. Y en estos momentos hay una gran cosa dando vueltas. Yo tampoco conozco. Sergio (Wolf) conoce más, porque como es programador maneja el tema del cine argentino, yo lo veo cuando ya están hechas, pero no sé nada que sea rutilante. Pero hay mucho que esperar, mucha gente buena de la cual espero su película.

 

 
Como citar:
Pinto Veas, I. (2005). Conversando con Gustavo Noriega , laFuga, 1. [Fecha de consulta: 2024-10-11] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/conversando-con-gustavo-noriega/59