Un mail nos dejó algo sorpendidos por la altura de noviembre del 2008, este consistía en una invitación al Global Film Festival a llevarse a cabo en Santo Domingo, República Dominicana durante la segunda semana de Diciembre. Una gran excitación nos mantuvo a todos al hilo, aunque por fechas, parecía complicar a todos. Finalmente, el elegido fui yo, pudiendo acomodar trabajos y quehaceres. Esta era la primera invitación “oficial” llegada al sitio desde un festival extranjero (sin contar Bafici), y lo curioso es que dado el perfil de la programación (un festival de cine social abierto a la comunidad) es el cómo habían llegado a nuestro sitio.
De a poco me fui enterando de algunos detalles, como, por ejemplo, que el festival estaba armado la fundación FUNGLODE 1Fundación Global Democracia y Desarrollo http://www.funglode.org/, una fundación internacional liderada por el actual presidente de República Dominicana Leonel Fernández quien, al parecer, tiene bastante aceptación por parte de los dominicanos y que tiene como objetivo central el desarrollo social y cultural de países en vías de desarrollo. El equipo -programadores, dirección, prensa- está constituido en su mayoría por extranjeros y un buen grupo por Españoles y norteamericanos. Sin ir más lejos, según lo que averigüé, la que se encargó de contactarnos fue una periodista extranjera trabajando para el festival. Me fui enterando de otros detalles: por ejemplo, que este era la segunda vez que se realizaba y que el año 2007 se había tenido que suspender debido al huracán Dean que asoló las costas de Santo Domingo.
Así las cosas, y con poca información a mi llegada salvo que iba a una isla que pertenecía al otro polo de Haití y que República Dominicana es el país del merengue, aterricé en el aeropuerto de Santo Domingo en la tarde–noche, afuera me esperaba mi “angel”, o encargado y a quien vería de ahora en más día a día. Inmediatamente hice buenas migas con Carlos Argüello, un nicaragüense nominado a los Oscar por los efectos especiales y quien estaba en el festival para promocionar una serie de iniciativas de capacitación en el área de la animación digital y la creación de softwares creativos, insititucionales que había llevado a cabo con un conjunto de chicos de su propio país, y que pensaba ampliar hacia Latinoamérica. Argüello, un tipo simpático, totalmente receptivo, fue una de esas compañías festivaleras que se agradecen. Dentro de los invitados al festival, andaba un grupo de uruguayos, promocionando, unos la película El baño del Papa (César Charlone & Enrique Fernández, 2007) (comentada en Sanfic 08, creo que a nadie le molestó) y otro grupo por el documental Náufragos: vengo de un avión que cayó de las montañas (Gonzalo Arijon, 2007), que incluía un protagonista real del avión caído en Chile. Con ellos tuve la oportunidad de compartir en los primeros dias, en las cenas y almuerzos bastante apoteósicos que nos daba el festival. Tanto así que muchas de las películas que más me interesaban me las perdí por estos eventos, que generalmente eran lejos y por alguna razón (por lo general el supuesto “peligro” que corríamos los invitados en las afueras del perímetro) nos estaba prohibido salir por nuestra cuenta: debíamos pedir un auto con antelación. Hacia los últimos días logré entender este sistema y empecé a renunciar a tales eventos priorizando mi encuentro por un lado con Santo Domingo, por otro con las películas.
De la programación puedo decir al menos que tenía un perfil definido. El festival prioriza el evento social comunitario priorizando cintas con mensaje social, aunque también algunas cintas latinoamericanas que conforman el panorama actual, y mucho de ese cine “humanitario” (concretamente existía una sección de cine y derechos humanos) que a veces no da los mejores productos cinematográficos.
Entre las primeras, podríamos mencionar películas como Women of Brukman (2007), sobre una fábrica recuperada en Argentina post crisis, su director, Isaac Isitan, un tipo que ha venido desarrollando toda una carrrera e el cine documental y alguien con una historia increíble que incluye la expulsión y persecución de su país natal, Turquía; Taxi to the Dark Side (Alex Gibney, 2007) una película que explica desde una perspectiva mitad patriótica, mitad indignada, los abusos de la carcel de Guantánamo, por mencionar dos, aunque destacando, sobre todo, dos películas que, de forma original, abordaban temas relativos a Africa. Una de ellas era War Child (2008) de C. Karim Chrobog, la increíble historia del rapero Emmanuel Jal, pero que tras de sí, pareciera traer la historia de todo un continente. El documental narra la vida de Emmanuel bajo su propia voz rapeando. Desde muy pequeño -y como parte habitual de muchas vidas de niños africanos, en la guerra de Sudán- es obligado a afiliarse al Ejército Popular de Liberación de Sudán en un campamento para refugiados de Etiopía, cinco años después escapará en medio de una caravana que cruzará estepas durante semanas. Entre medio tocará subsistir a muertes de sus amigos por inanición, el naufragio de un bote de la que se salvará solo un puñado de niños, la inculcación de la violencia y las armas por parte de agrupaciones armadas. Entre las impactantes imágenes con las que cuenta este documental, se encuentra el registro que hizo la televisión norteamericana del propio Emmanuel a las edad de siete años. Aquí vemos a Emmanuel relatando ante la cámara su forma de sobrevivir en el medio de la estepa, el recorrido que habían hecho hasta ese lugar, e incluso, su acceso a armas (al menos se ve una granada) desde muy pequeño. El resto es ya parte de un caso excepcional. En el colegio al que asiste en Nairobi, luego de pasar por otrto campamento de niños huérfanos de Etiopía, empieza a relacionarse con la música (el rap), la iglesia (cabe recordar que su sección más progresista ha tenido relación con movimientos de autonomía en África), y el rescate por parte de Ema, una inglesa que lo apadrinará desde muy pequeño y, finalmente, su historia como músico que lo llevará a la popularidad en su país. Emmanuel se paseaba entre medio delos pasillos del festival encontrando mucha llegada entre los jóvenes asistentes -muchos de color, mestizos, afroamericanos- vendiendo su disco con el mensaje de su música (casi la misma del banda sonora original del documental), interviniendo públicamente cada vez que se presentaba la ocasión e incluso moviéndose ritualmente al ritmo del merengue y la salsa.
Otro trabajo que tuvo mucha llegada e impacto, al menos entre los que estaban en la sala, fue el trabajo de Raquel Cepeda Bling: A Planet Rock (2007). Cepeda ha sido una activa periodista y directora de trabajos audiovisuales para televisión, siempre ligando su obra a la música hip hop. Fue, de hecho, editora de un libro sobre hip hop (And It Don’t Stop: The Best Hip-Hop Journalism of the Last 25 Years), lo que habla bastante de su interés por ligar la música a contenidos sociales. Uno de los periodistas que pude conocer-Orlando Santos quien lleva el sitio- me recomendó fervientemente ir a verla y nos encontramos en la sala. En la película Cepeda invita a Tego Calderón y Paul Wall, de Wu Tang Klan, a un viaje a Sierra Leona en África. Como se sabe mucha de la música del gansta rap lleva contenidos ligados a la violencia y a las armas, y por otro lado en el reggaeton abundan las menciones al “bling” es decir, oro, joyas… ambos como símbolos de poder y lujuria. En ambas la apología de las drogas y el alcohol, así como a la fetichizacion de la mujer es algo habitual. El rap, por otro lado, es la música más escuchada en Sierra Leona. Cepeda lleva al límite los contrastes: lleva a los músicos a lugares donde la miseria, la droga y las armas parecen hacer mella en la juventud desde muy pequeños. Para los africanos la palabra “shoot” no es solo un juego de palabras si no una amenaza o el poder permanente de poder disparar o ser disparado. Por otro lado Sierra Leona tiene una historia de explotación de oro, que forma parte de la colonización del hombre blanco en esas tierras. Cepeda los lleva a un centro de producción para que se enteren la forma en que se reparten las ganancias, mientras los trabajadores son explotados de forma inhumana. Ante las cosas que les toca ver, los músicos reaccionan de diversas formas: algunos atónitos, otros evasivos, y uno enfadado. Pero nadie indiferente. Cepeda acierta en un tipo de documental que -un poco a lo Moore- tiene la gracia de ser lo suficientemente interactivo como para producir un cambio en sus personajes y de paso realizar una de las criticas más fuertes hechas al hip hop y al reggaeton.
Otra película que causó sensación durante el cierre, fue Young at Hearts (Stephen Walker, 2007) un documental sobre un coro de ancianos en Inglaterra que, gracias a su profesor guía, un rockero amante de la música, se hizo famoso por hacer presentaciones con temas de Sonic Youth, The Clash o Coldplay. Un documental con mucho sentido del humor y cariño hacia sus personajes, y que tenía el botón final de la presentación en sala de sus propios protagonistas. Un acierto por parte de la programación debido a que el público quedó maravillado con sus personajes, y fue el comentario obligado de la noche de cierre.
De forma destacada, por que son cintas que hemos visto por estos lares y han gustado estaban: El camino (2008) de Ishtar Yasin, directora Iraní-costarricense, que ganó en Sanfic, y que tengo entendido estrenará en nuestro país, Persépolis (Vincent Paronnaud, 2007), Cochochi, (Israél Cárdenas & Laura Amelia Guzmán, 2007), la alemana The Wave (Dennis Gansel, 2008) y en secciones especiales, algunas pertenecientes a la primera línea del indie (no quiere decir que sean buenas) como My Blueberry Nights (Won Kar-wai, 2007), Blindness (2008) de Fernando Meirelles u Ocho mujeres (2002) de Ozon.
Pero otra parte de mi estadía allá estuvo alrededor de actividades relativas a la crítica de cine (iba en calidad de crítico). El panel de conversación El poder de la crítica fue una especie de bisagra para conocer a otros personajes que circulaban en el festival de forma más agazapada. En la mesa estaban presentes entre otros asistentes John Anderson (crítico norteamericano de Variety, Washington Post, New York Times) y Julie Salamon (crítica norteamericana)… pero de forma destacada, don Arturo Rodríguez, especie de gurú cinéfilo en Santo Domingo, un crítico duro y con un desarrollado sentido de la ironía, director de la muestra internacional de cine de Santo Domingo (www.muestradecine.com/) y gestor de varios proyectos culturales de cine, entre ellos, una sala de cine de arte y ensayo y un programa de radio bastante conocido, al parecer, por el desmenuzamiento y defenestración general de la cartelera de cine que llega a Santo Domingo… una realidad en mucho parecida a la nuestra, donde la crítica y las pequeñas instancias culturales se posicionan frente a la mercadotecnia y los tanquetazos de turno; la crítica, en ese sentido, pareciera destinada a multiplicar sus funciones en contextos de precariedad como lo son los latinoamericanos, y figuras como don Arturo, absolutamente indispensables para mantener viva una cultura “crítica” del cine. Desde aquí me fui enterando de la existencia de, por ejemplo, el trabajo de Felix Manuel Llora (discípulo aventajado de don Arturo), quien publicó el único libro actualizado sobre cine dominicano y una verdadera biblia sobre el tema (mantiene el sitio http://cinemadominicano.com), y a don Orlando Santos, blogger activo, que no se perdió oportunidad de ver películas (http://cinedominicano.net). Gracias a todos ellos, pude conocer algo más del cine dominicano y terminé adquiriendo algunos documentales políticos de René Fortunato, que es quien ha registrado la historia política de las últimas décadas en Santo Domingo, pasando por la dictadura de Trujillo o el gobierno de Juan Bosch.
Gracias a ellos también, pude conocer a la pequeña delegación cubana que andaba desde la Universidad de la Habana y el Festival de la Habana, el destacado crítico de Granma.cu Rolando Perez Betancourt (que es todo un prócer cinéfilo en su país) y la investigadora Astrid Santana, con quienes difruté y compartí mis últimos días, compartiendo sobre las realidades sociales distintas de nuestros países.
Pinto Veas, I. (2009). Días en Santo Domingo, laFuga, 9. [Fecha de consulta: 2024-10-10] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/dias-en-santo-domingo/256