Si hablamos de los inicios del cine, necesariamente hay que referirse a su vínculo inseparable entre arte y pueblo. Un arte popular rechazado por la burguesía de inicios del siglo XX hasta que logra desarrollarse como una industria productiva y nacional. Bajo esa premisa, Eduardo Santa Cruz comienza a desarrollar en su libro la aparición de una cultura de masas relacionada a la consolidación del cine como industria.
Santa Cruz es profesor e investigador de la actual Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidd de Chile, por lo que quienes hemos estudiado ahí podemos reconocer, sobre todo en los primeros dos capítulos, una suerte de compendio de sus clases y cátedras dictadas por el autor durante años. Este aspecto tiene un punto a favor y otro en deuda; a favor radica en la trascendencia de la memoria y documentación de las cátedras de destacados académicos que, por lo general, quedan en el olvido. Por otra parte, la deuda es que en estos mismos dos capítulos falta un diálogo entre los autores clásicos citados por Santa Cruz (King, Gubern, Martin-Barbero, Berman, Eco, entre otros), con una perspectiva más actualizada sobre los conceptos de cultura de masa, cine, crítica e industrias creativas.
Plantea Santa Cruz que la industria cultural se transformó entre 1900 y 1950 en el sector más importante del campo cultural, ya que fue articuladora y mediadora en la construcción de la cultura cotidiana y un sentido común (Santa Cruz 2023, p20). Este hilo cronológico se mantiene a lo largo del libro. Las fuentes documentales son principalmente las revistas de cine que conformaron el escenario mediático de la época.
En el segundo capítulo, el libro plantea la relación entre el cine y la sociedad chilena de la época, destacando la cuestión de clase que existía en ese entonces respecto a la exhibición cinematográfica. Un arte para el pueblo, la clase obrera y lejos de las bellas artes, hablan del origen social y popular que tiene el cine, en general, a lo largo de su historia. Pero, al mismo tiempo, como la llegada de Hollywood comenzó a desarrollar un público específico y que trascendía a cuestiones de clase, sino referido a su consumo (Santa Cruz 2023, 37-40).
Las revistas de cine y el stars system es otro aspecto que desarrolla Santa Cruz en orden cronológico. Ambos temas dialogan en sentido que la aparición de revistas específicas dedicadas al cine permitió una apertura a un público que leía sobre cine y sus protagonistas. Hay una mención, también, a como esto permitió no solo la aparición de las estrellas del cine de Hollywood, sino que también la identificación de los primeros rostros famosos de las producciones nacionales (p.59-116). Sin embargo, habría sido interesante un diálogo con investigaciones más contemporáneas que abordan esos temas 1Por ejemplo, el trabajo de Claudia Bossay sobre las revistas de cine y las salas de cine en Chile, y las investigaciones desarrolladas por María Paz Peirano sobre Chilefilms, la cual resulta relevante en estos capítulos y en los siguientes.
También se pueden encontrar esta forma narrativa en el quinto capítulo sobre la crítica de cine, donde se realiza un recorrido histórico de como las revistas de cine jugaron un papel esencial en la aparición y consolidación del oficio de la crítica. Pero resulta relevante como el autor también pone atención a revistas que ponían en cuestión el lenguaje cinematográfico y las audiencias (pp. 124-130), poniendo foco distinto a una crítica evaluativa, la cual era, por lo general, muy dura con las películas nacionales..
Quizás el mejor capítulo el dedicado a la relación entre cine y sociedad en el Chile de los años 40’. Santa Cruz desarrolla una idea documentada y problematizada de los intentos de crear una industria cinematográfica que consolide como relevante dentro del país. El rol que tuvo la creación de Chilefilms se plantea como un esfuerzo no solo industrial, sino que nacional, creando un vínculo entre “lo chileno” y “lo nacional” con las películas que se producían y se exhibían en el país. Santa Cruz pone en evidencia una discusión sobre “qué es lo chileno” que ya eran abordados por las revistas de la época, por ejemplo, el personaje del “roto chileno” (pp. 155-156); “el huaso”, vinculado principalmente con la elite del momento (pp.167-174); y la aparición de los sujetos populares en una suerte de reversión del roto chileno de origen campesino(pp.174-187).
Esa chilenidad comienza a ser discutida, tal como cita Santa Cruz, en la revista Ecrán, donde se señala los déficit argumentales de las películas chilenas, cuestionando a su vez la caricatura en sus personajes. La revista plantea que las películas nacionales no solo debe ser la representación del huaso, sino que vincularse con la tradición literaria chilena, con temáticas más variadas como la vida de campo, la migración campo-ciudad, la política, la minería, entre otros (pp.164-165). Es interesante este punto, porque aquí Santa Cruz presenta que la discusión sobre lo chileno surge prácticamente al mismo tiempo en que aparece el cine en nuestro país.
Aunque escasean referencias a investigaciones más actualizadas como el fortalecimiento de la relación entre las salas de cine y sus públicos, el rol de las revistas que surgen en las propias salas, y la crítica de cine como educador de públicos y generador de un incipiente canon cinematográfico; el libro de Santa Cruz es una guía base para comprender el fenómeno del cine, sus audiencias y consolidación como industria cultural. Poner el foco en qué es lo chileno del cine chileno, a través de un desarrollo histórico de las audiencias, las revistas y la crítica, permiten hacer diversos vínculos con estas investigaciones más recientes, siendo una fuente documental relevante en términos de datos y episodios de nuestra historia del cine chileno desde la perspectiva de su surgimiento como industria cultural.
González Itier, S. (2023). La máquina de las multitudes, laFuga, 27. [Fecha de consulta: 2024-10-10] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/la-maquina-de-las-multitudes/1177