Laurent Tirard es francés, estudió cine en la Universidad de Nueva York, es crítico de cine para la revista de cine Studio y es el autor del libro Lecciones de Cine; una compilación de entrevistas que hizo, entre los años 2001 y 2002, a veintiún directores de cine de diferentes nacionalidades.
Las preguntas fueron las mismas para todos, la idea de Tirard es mostrar las diferentes visiones / aproximaciones de los cineastas hacia el cine en general y, sobre todo, acerca de su propio cine en particular. Con un formato conciso, algo seco y, sin duda, demasiado breve, el resultado es un libro de secretos, de realizadores que se abrieron y fueron capaces de explicar sus procesos personales para enfrentarse a sus filmes, a su guiones, al rodaje, su relación con la cámara y con los actores; sus ideas y sus inseguridades.
En el libro hay citas y referencias de los directores hacia otros cineastas, hay poca teoría y mucha intuición, hay buena voluntad y más que nada hay un amor infinito hacia la profesión. Tirard cuenta en su prefacio que los directores disfrutaron con las entrevistas: “algunos de ellos bromearon diciendo que les estaba robando pequeños secretos, pero todos aceptaron de buen grado someterse al proceso”. No en vano Claude Chabrol sugería que “un cineasta sólo merece ese nombre cuando sabe lo que hace”. En Lecciones de cine hay 20 cineastas que lo tienen más que claro. Aunque a veces no lo reconocen, sus filmes demuestran lo contrario.
Recorriendo las páginas, nos encontramos con palabras de los hermanos Coen, Lynch, Kitano, Wenders, Godard, Won kar Wai, Bertolucci, W. Allen, Burton, Von Trier. Y aunque hablan del cine, para quién hacen cine y por qué lo hacen, las declaraciones escogidas para esta reseña tienen que ver con la llegada al plató y con el proceso de rodaje, con la cámara y el objetivo; algunas de sus herramientas de trabajo favoritas.
Wong Kar Wai: “La cámara no es más que un instrumento que se utiliza para traducir lo que están viendo los ojos. Cuando llego al plató para rodar una escena determinada, siempre empiezo por el encuadre, porque tengo que conocer el espacio donde va a evolucionar la escena(…). Por regla general no ruedo demasiado material desde distintos ángulos; aunque por supuesto depende de la escena. Muy a menudo, sólo hay una manera de rodarla”.
Woody Allen : “Cuando llego al plató, no tengo ni la más mínima idea de cómo voy a rodar lo que tengo que rodar, ni tampoco he intentado a pensarlo. me gusta llegar sin ideas preconcebidas. Nunca ensayo, nunca visito el plató antes de ponerme a rodar. Llego por la mañana y, en función de cómo me sienta esa mañana y cómo me pongo en ese momento, decido lo que voy a hacer”.
David Lynch : “Todo director tiene unos cuantos trucos técnicos particulares. Por ejemplo, a mi me gusta jugar con los contrastes; me gusta utilizar objetivos que den una mayor profundidad de campo; y me gustan los primerísimos planos, como el famoso plano de la cerilla en Corazón Salvaje; pero nada de todo esto es sistemático. Sin embargo, tengo una manera particular de poner en marcha la dolly. Se consigue cargando la dolly con sacos de arena hasta que se vuelve tan pesada que parece que no va a poder moverse, se necesitan varios hombres para empujarla, y una vez que empieza, es lenta como una vieja locomotora. Sin embargo, un rato después gana tanta velocidad que los hombres que la empujaban tienen que empezar a tirar para retenerla. Resulta agotador, pero el resultado en la película es increíblemente fluido y elegante”.
Jean Luc Godard : “Encontrar dónde situar la cámara en una escena determinada es tarea difícil, en realidad no hay reglas, no hay principios en los que te puedas basar. Sin embargo, una cosa de la que me he dado cuenta es que si realmente no sé donde poner la cámara, eso significa que algo va mal: la escena no es buena, la posición de los actores no es buena, el diálogo no funciona… Actúa como una especie de alarma, un mecanismo de advertencia”.
Bernardo Bertolucci : “la cámara está muy presente en mis películas; de hecho, en ocasiones está demasiado presente, pero no puedo controlarlo. Estoy verdaderamente obsesionado por el cuerpo y, sobre todo, por el ojo de la cámara. Es lo que gobierna mi dirección, en el sentido de que se está moviendo todo el rato. La cámara entra y sale de la escena como un personaje invisible de la trama. Creo que esto se explica por un deseo de entablar una relación sensual con los personajes, con la esperanza de que esto se transforme después en una relación sensual entre los personajes”.
Urrutia, C. (2005). Lecciones de cine, laFuga, 1. [Fecha de consulta: 2024-12-02] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/lecciones-de-cine/247