(Para ver en Cineclub; martes 13 de junio a las 19:30 hrs.)
Este ensayo visual en soporte de video de la que es considerada la madre de la “nouvelle vague”, ha sido una de las más notables revelaciones de los últimos años en el campo, cada vez más abierto, del género documental. Varda parece iniciar esta película con una preocupación fútil y pasada de época: cómo definir el acto de de espigar, que vendría a ser casi una tradición olvidada en el imaginario francés. Lo valioso de su registro consiste precisamente en invertir dicho supuesto: del espigar como una actividad femenina que se recuerda con nostalgia y que encontró su último lugar histórico con las crisis alimenticias de la segunda guerra mundial, Varda pasa rápidamente a una búsqueda por resignificar la práctica de los espigadores, por reencontrar en los lugares más impensados la “lógica oculta” del espigar, del recoger y el reutilizar. De esta manera, la cineasta francesa transforma su propia película en un acto de espigar, de recolección de imágenes perdidas y motivos visuales -desechos ópticos-, de resemantización de modos de vida y comportamientos urbanos -desechos sociales-, como si finalmente el espigar no conllevara sino un procedimiento semiológico de re-dotar de sentido al mundo circundante. Y he aquí cómo lo que Varda hace son tránsitos en imagen y sonido: pasa de los residuos del espigador rural a sus conmutaciones en la ciudad, de lo alimenticio a lo decorativo, del derecho a los ilegales. Por cierto, tránsitos efectuados con una aguda ligereza, como si tramara una película de pequeños hallazgos en el camino, o bien de trazos y pinceladas que rebasan lo pictórico, una vocación lúdica que rastrea los límites del espigar como un concepto laxo, antes que su categoría ordenada.
Ahora bien, en este escudriñar en los bordes del fenómeno descrito, Agnes Varda resitúa la misma condición fílmica, volviendo a los orígenes del acto de filmar, como si el rifle experimental de Marey no fuera sino una manera de atrapar también desechos del tiempo, esa resistencia ante el devenir de los sucesos de la vida que origina la ilusión del movimiento continuo. Y esto es doblemente reflexivo cuando su propia indagación no parte sino de los residuos de un par de imágenes, el cuadro de Millet -luego también el de Breton-, que parecen destinados a inmortalizar esa práctica campesina mientras conviven en su imaginario, y que secretamente estimulan su obstinación en la pesquisa de una figuración actual de seres que renuevan su encanto por sacar de la muerte a las palabras y las cosas. Un ensayo neguentrópico sobre las maneras de intransigencia a la funcionalidad de la vida útil, a la propia irreversibilidad del tiempo. De allí que la muerte termine siendo su propia batalla visual con su cuerpo que se envejece y de pronto nos veamos sumergidos en una tozudez de imagen tiempo que inmortaliza el paso del tiempo por sus manos, como si el retrato y la imagen fuesen algo así como una manera de recoger y atrapar lo que el tiempo se lleva.
Pero quizá lo que hace más hermosa a esta película sea la diversidad de personas y mundos que Varda logra hacer visibles en nuestra contemporaneidad, una exploración que la lleva ante un sinnúmero de espigadores de nuestra modernidad: gitanos viviendo a un costado de la carretera, okupas circulando por los espacios de la ciudad, artistas plásticos que reutilizan los desechos de otros, vagabundos y profesionales comiendo de la basura, errantes que cuestionan el sistema de consumo exacerbado, delirantes que hacen estatuas con la escoria urbana, rocolectores reparadores de porquerías, redefinidores de las normas y las leyes, resignificadores de un idioma en la imposibilidad de su habla. Todos estos mundos posibles que transitan nuestro presente en un capitalismo forjado para expandir el mercado y eliminar la diferencia, llenando de desechos y basuras aquello que excede la oferta o sale del patrón homogéneo o termina su ciclo funcional. Como si recoger y resignificar no fueran sino, necesariamente, las actuales vocaciones de huída, antes de que arreciase de la tormenta.
Título original: Les glaneurs et la glaneuse
Director: Agnes Varda
País: Francia
Año: 2000
Lorenzo, S. (2005). Los espigadores y la espigadora , laFuga, 1. [Fecha de consulta: 2024-10-05] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/los-espigadores-y-la-espigadora/211