“Mis protagonistas son verdaderos losers, porque les han vencido de antemano, cosa que es uno de los elementos primordiales de la verdadera tragedia.” Sam Peckinpah
Hablar del cine Sam Peckinpah es sólo hablar desde un sola posibilidad o una isla, ya que sus películas y cada una de ellas devoran del proceso de la historia del cine: la historia del género clásico más hipercodificado y más enérgico de los géneros cinematográficos, y es también hablar de realismo y estilización moderna a la vez y es poder hablar, quizás, de las películas más catárticas que se tengan en cuentan. Si bien sus filmes no son demasiado psicológicos (no como los de Anthony Mann por ejemplo) o psicologizantes en su posterior análisis; proveen una variada gama de elementos, catalizadores, pulsionales y hasta liberadores para sus personajes, y que refractariamente depositan en sus espectadores ese goce del texto fílmico en estado casi puro, que dan para todo un psicoanálisis. Por todos estos tiros y por todos estos lados de ataques, los asaltos y los viajes que puedan emprenderse de sus visionados, criticas o análisis son variados y filosos al fin.
Sin dejar de lado mi admiración y gusto por el Western, intentaré decir unas cuantas ideas que se ven desde el filme Ride The High Country (Duelo de alta sierra) de 1962. Segundo filme de Sam Peckinpah. Protagonizado magistralmente Randolh Scott y Joel McCrea. El primero actor ícono del Western de Budd Boetticher (como 7 men from now de 1957, un Western ejemplar según André Bazin) y el otro actor de algunos de los no menores Western de Jacques Tourneur. Desde un casting-argumento-meta-cinematográfico, o sea, un excelente y bien pensado casting acorde a la historia clásica del género se dan una serie de temáticas de primera línea: el descenso de los héroes (son tiempos de las mutaciones del personajes del anti-héroe del Cine Noir al Western por parte de Anthony Mann), ante personajes y actores y su envejecimiento (son personajes con achaques y con constantes recuerdos del pasado) y están fuera de lugar o se presentan a él patéticamente como a la búsqueda del no-lugar de un nuevo héroe. Ésto es, comenzar por el final, ver que hay en lo viejo, ver lo nuevo en lo antiguo, advertir la melancolía como un relato primordial del género de la conquista del Oeste y de los inicios del cine: un mito desde los inicios de las historia del relato: la tragedia en algunos casos y un mito desde el cine mismo; el Western y toda su vasta mitología (baste leer “El Western o el cine americano por excelencia” de André Bazin). Por esto, después del clásico, el Western es llamado, estéticamente, el Western Crepuscular. En la misma fecha de estreno de Duelo de Alta sierra se estrena una de las películas más austeras, melancólicas y heriáticas de John Ford El hombre que mató a Liberty Valance (donde ya no es nada igual, ni nadie lo que era antes en el género y del mismo Ford).
Así concurrimos, en la historia, de la mano del tema del viaje a la aventura de Duelo de alta Sierra (otro gran tema del cambio del cine y su imagen-movimiento) a la “muerte del género”, o por lo menos a su cansancio, o a su cambio lógico; a su evolución contextual y económica para la industria. Es un filme que se encuentra antes de la copia y antes de la parodia, antes de entrar en el arquetipo de sí mismo y del grotesco y su exceso del canon deformado (o estilizado también) del entretenido, en algunos casos, spaghetti-western (salvando a otro gran actualizador y jugador del género: Sergio Leone). Para seguir en los pasos evolutivos, y de la ruptura, de la actualización e hibridación del género, baste mirar ahora; a los “Western” de Takashi Miike y al más reciente remake de Leone, la espectacular El bueno, el malo y el raro de Kim Ji-woon (2008) o los géneros vecinos y mezclas de temas del Western en Cronenberg o Jim Jarmusch o el Chambara desde Akira Kurosawa hasta el Zatoichi de Takeshi Kitano. Las mutaciones son esperpénticas y estimulantes si se les mira desde el punto de vista histórico y desde el cine como estética propia del género cinematográfico.
En Duelo de alta sierra, en cambio, descubrimos un Western clásico en apariencias a lo John Ford y quizás a lo Anthony Mann (por los motivos interiores de sus personajes), y a su vez, a la conversión de un Western moderno por definición propia. Cuando digo clásico no sólo me remito a su periodo, y a su forma, sino también a su perfección y madurez (incluso a nivel extremadamente autoral y único).
El comienzo del filme alude al final del mismo: el paisaje y el imponente espacio natural de la montaña que abre el filme a las posibilidades del formato y del espacio nos da el temple interno del filme, su música es pregnante y majestuosa, a la vez que emocionante y lejana. El filme, luego, va a paso lento sobre sus personajes y sus móviles. La historia de los cargadores del Oro en la ciudad luego por las valles y de devuelta al banco. El problema está en los deseos, en la ambición, en la desesperación, en la última oportunidad de algo distinto para cada uno de los protagonistas. Los personajes esconden su valores, esconden sus propósitos excepto uno (traición y redención son obvias, y trenzan la trama ya conocida por el género) y otros personajes creen tener algo, y luego cambian, esto los desarma y los vuelve articular cuando aparecen otros detonantes típicos de Penkinpah y de muchos Western: las mujeres, causantes de los problemas del hombre o bien catalizadores del verdadero cambio del héroe. La posición política y religiosa del filme es certera y metafórica, viene desde la relación padre e hija. Peckinpah (en casi todas sus películas) esta del lado del perdedor y del humano imperfecto y no de la moral establecida, y es así como la tensión dramática y temática, se da desde tópicos morales y éticos antes que sólo del bueno y malo, esto, sin dibujar grandes complejidades oscuras de la psiques. No profundiza pero compone una belleza moral. Una moral diferente y rebelde. Para Peckinpah el otro tipo de moral (la religiosa y fundamentalista) es la causante de represiones y motivos tan esquizoides como la de los mismos bandidos (que son trabajados de manera un poco más plana y convencional en esta cinta). En Pat Garrett & Bill the Kid, 1973, se ocupa del tema de la religión y libertad por ejemplo. El Duelo… las escenas de la tensión familiar y moral de padre-hija son aún impactantes en estos tiempos, por su poder emocional, realista (sus actuaciones son claves) y por el poder simbólico que despliegan.
Se ha dicho que aún no es el Peckinpah en su estado más personal y conocido (con sus altos grados de estilización de la violencia y su exploración a varios campos estéticos y temáticos), pero creo que tiene algunos de los temas que trabajará en su posteriores filmes y que conserva una ejemplar forma entre el pasado y la modernidad que hacen que la materia misma del relato, sus temas y sus personajes posean un fuerza totalmente nueva y atemporal. Es por esto que el filme se mueve en territorios clásicos de la armonía temática y tonal de los géneros: va desde la comedia al drama intimo (nos recuerda a la maestría de Howard Hawks), entre la aventura y el drama social-histórico (los buscadores de oro) y desde el viaje del límite del Oeste en decadencia y movimiento hasta el viaje iniciático o metafísico. Para hablar, entonces, de este filme hay que remitirse a la presencia de los personajes y a sus actores y su vinculo de amistad y su pasado (el back-history en el filme y de la misma historia del cine) que establecerá la tensión moral, ética y reveladora de su final. Sin contar demasiado lo que pasa, Duelo de Alta Sierra tiene uno de los finales más emocionantes, bellos y misteriosos del Western (quizás sólo The Searchers de John Ford pueda eclipsarla en esta cuestión). Dentro del clímax, y después del típico canon ritual del género, se producirá una de las innovaciones de Penkinpah del tema del último chance personaje y de la amistad: se funden en un todo, aquí, desde la palabra y la emoción contenida (como no, es un Western) en un gesto y su entorno que revelarán o expresarán lo invisible y lo indecible del filme.
Silva, H. (2009). Duelo de Alta Sierra, laFuga, 9. [Fecha de consulta: 2024-11-11] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/duelo-de-alta-sierra/351