El tercer largometraje de Elisa Eliash es una aventura alucinada y alucinante que como espectadores emprendemos de la mano de un niño, Nino, y su nueva amiga Dina, por las galerías de la imaginación infantil. En Mami te amo, su primera película, Eliash ya había explorado el universo de la niñez observando de cerca la vida cotidiana de Raquel y su madre ciega, en los alrededores de la Villa Portales. Lejos de la idealización de las niñeces, ambos films se atreven a observarlas en su complejidad y contradicciones, e incluso en su oscuridad, pero Fiebre es un trabajo que se propone además como una película dirigida a un público infantil, sin que esta categorización deje fuera la posibilidad de que los autodenominados adultxs, la veamos y disfrutemos. No hay suficiente cine chileno dirigido a lxs niñxs, y se agradece tanto el que se haga sin condescendencia hacia sus espectadores, explorando formas e historias interesantes, fuera de las fórmulas narrativas y estéticas que colman la cartelera comercial. En ese sentido, Fiebre es una pequeña joya, literalmente labrada a mano, ya que trabaja con lo que se conoce como live action, esto es, la participación de seres y objetos reales en la escena, y con animación; una animación que combina las herramientas digitales con las técnicas análogas que trabajan cuadro a cuadro dando vida a las imágenes, produciendo una experiencia visual de gran potencia.
Nino es un niño de 10 años que nació con un problema a los ojos por mirar demasiado a través del vientre de su mamá durante su vida intrauterina, y a causa de esta condición ella le prohíbe salir a jugar afuera como lxs demás niñxs. Es un día de mucho calor en el que además Nino parece tener fiebre. La fiebre no es sólo el título de la película y un tópico de la misma. sino una sensación de confusión y desasosiego que acompaña toda la historia, así como la oportunidad de difuminar los límites entre la razón y el delirio. Fiebre es una especie de film de misterio para niñxs, en que el recuerdo de los episodios de fiebre que todxs vivimos en nuestra infancia, es un recurso a favor de la atmósfera que se sostiene desde los distintos planos de realidad en los que nos sumerge la anécdota. La voz infantil que susurra al inicio la palabra “fiebre” es una marca del paisaje interior que construye la película: el de una seductora incertidumbre que desarma el territorio de lo conocido y nos propone atrevernos a explorar otros mundos. También Mami te amo se interesaba por el deambular independiente de una niña por la ciudad, desafiando así la ubicación tradicional de las niñeces en alguna de las instituciones destinadas principalmente a su resguardo -la escuela y la familia-, en Fiebre este transitar es uno incluso más arriesgado ya que traspasa las barreras de la realidad y el realismo. El que sea una película “infantil” por cierto que autoriza este ímpetu que desafía el verosímil de estilo realista, pero el modo en que lo ejecuta se aleja de las prácticas hollywoodenses que predominan en la cartelera y se acerca a otras tradiciones que dan vida a mundos raros y atmósferas perturbadoras, en las que la vida interior infantil aparece reflejada lejos de la inocencia y la dependencia, y el eje narrativo desarma las lógicas causa-efecto tradicionales.
La trama se sostiene a partir de un secreto que comparte la mamá de Nino con él y que le permite atravesar imágenes, sea cual sea su soporte, entrar en ellas y transitar así no sólo entre diversos entornos, sino entre múltiples modos de experienciar la realidad. De esa forma es que aparece, por ejemplo, dentro de una película neorrealista donde conoce a Dina, que se convierte en su compañera de aventuras desde ese momento; o en una fotografía publicitaria en la que todo es falso y estereotipado. Como ya mencioné, la animación juega un rol central en la activación de los múltiples universos, entre los que la secuencia de la arena y la de las postales en las que “cae” Nino, merecen una mención especial por el trabajo involucrado y su potencia estética. Estas son un par de ejemplos del trabajo cuadro a cuadro señalado antes, y que estuvo a cargo del realizador y animador experimental peruano, Diego Vizcarra, quien a partir de las indicaciones enviadas desde Chile por la directora, animó durante la pandemia estas y otras secciones de la película.
Fiebre es un film que pone cariño y cuidado en todo su proceso de realización y en ello se reconoce el interés por cuidar y alimentar un medio de creación audiovisual que entregue a niños y niñas opciones atractivas y diversas de visionado de películas. Desde hace ya un tiempo Forma Cine, productora de la cinta, lleva un perfil de Instagram en el que recomienda y reseña películas que pueden ser disfrutadas por niñxs, buscando ampliar las miradas posibles, desafiando así una oferta en sala que generalmente privilegia un único modo de contar historias.
Antes dije que este largometraje podía definirse como una película de misterio para niñxs, pero no quiero dejar de subrayar que es también una película que juega con el humor, con el absurdo del mundo mirado desde ojos –o anteojos- infantiles. Ser niñx es raro, se parece un poco a estar afiebradx, intentando entender todo lo que nos rodea sin dejar de interrogarlo.
Donoso, C. (2023). Fiebre, laFuga, 27. [Fecha de consulta: 2024-10-15] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/fiebre/1167