Para la generación que vivió el golpe militar de 1973 cuando eran niños, y más aún para la generación siguiente, que no había nacido todavía en ese entonces, ver cine chileno de los 70 y los 80 es hasta hoy un verdadero desafío.No solo porque el golpe interrumpió una fructífera cadena de obras audiovisuales que se venía gestando en Chile desde 1968 aproximadamente. También porque la brutalidad del golpe marcó fuertemente a los creadores, productores, guionistas y demás profesionales del área audiovisual. Algunos fueron detenidos, otros desaparecieron –como Jorge Müller y Carmen Bueno-, otros estuvieron en la clandestinidad y muchos se dispersaron por el mundo, buscando asilo y nuevos horizontes.A eso hay que agregar que en Chile no existía un repositorio central donde se pudiera conocer las obras audiovisuales del periodo previo al golpe, ni menos después. La Cineteca Nacional de Chile tiene apenas 10 años, en los que ha logrado mucho, pero donde también se constata cuánto falta por hacer. Se suma a este esfuerzo de llenar el vacío audiovisual el archivo de la Cineteca de la Universidad de Chile, y del Museo de la Memoria y de los Derechos Humanos, que han hecho un esfuerzo importante por mostrar al Chile de los años 70 y 80 en imágenes, y también armar un archivo del exilio. La tarea parece interminable, aunque poco a poco se va avanzando. Por ejemplo, el Goethe-Institut ha procurado que en Chile se divulguen por fin las películas del exilio de Antonio Skármeta, o las obras de la DEFA sobre Chile, o las películas de Orlando Lübbert, Carlos Puccio, Juan Forch, Vivienne Barry –otra creadora invisibilizada- y tantos otros.
Como comentaba Peter B. Schumann, curador de cine latinoamericano de la Berlinale por muchos años, el cine chileno del exilio es un fenómeno que no tiene parangón en la historia del cine en general, ya que incluye unas 200 obras entre 1973 y 1990, lo que supone un florecimiento creativo inaudito, que no se dio en ningún otro exilio antes o después. Una de las investigadoras de la época que permite seguir el hilo de cómo se gestaron muchas de esas películas es Zuzana Pick, quien participó también en la presentación del libro Nomadías el 7 de octubre de 2016, y prologó la obra. Sin su valioso trabajo, muy poco se sabría sobre la gestación de esas obras y los realizadores de ese periodo. Con todo, el cine chileno del exilio aún no ha sido estudiado en profundidad ni en toda su extensión. Es una tarea pendiente, de la que se ha hecho cargo una nueva generación de investigadores e investigadoras, entre las que destacan las dos autoras y editoras de esta obra, Elizabeth Ramírez y Catalina Donoso. Pero realizar esta tarea implica también enfrentar variados obstáculos, que van desde la disponibilidad de títulos dispersos por el mundo, pasando por la diversidad de formatos, y barreras idiomáticas, por mencionar solo algunos.
Elizabeth Ramírez y Catalina Donoso además se hicieron la pregunta adicional acerca de la filmografía de las realizadoras del exilio. Entre los grandes nombres de chilenos que se reiteran a partir de 1973 en otras geografías, como Raúl Ruiz o Patricio Guzmán, las obras de las mujeres resultaban más desconocidas aún y casi invisibilizadas. Decidieron dar el sitial que se merecen a Marilú Mallet, Valeria Sarmiento y Angelina Vázquez, no solo mediante la exhibición de sus películas –para lo cual organizaron una retrospectiva en el Festival de Valdivia- sino también mediante la búsqueda y rescate de numerosos materiales de archivo en distintos archivos y países, que permiten ampliar la comprensión de toda la complejidad de sentimientos que encierra su mirada de mujer. Esto último es lo que busca NOMADÍAS: el cine de Marilú Mallet, Valeria Sarmiento y Angelina Vázquez. El libro rescata al menos una parte de la obra de cada realizadora, con ensayos acerca de sus métodos y miradas. Pero lo que resulta más novedoso y enriquecedor son las entrevistas de la parte final del libro, en la que cada una relata su búsqueda y sus temáticas en sus propias palabras. Es la llave que permite verdaderamente adentrarse en el sentir de Marilú Mallet, Valeria Sarmiento y Angelina Vázquez, de su forma de ver el mundo y plasmarlo en sus películas. De esta forma, Elizabeth Ramírez y Catalina Donoso abren nuevos horizontes a sus lectores, y sobre todo, buscan hacer justicia para tres realizadoras postergadas en su merecido reconocimiento.
Y más aún: develan la profundidad que tiene el cine del exilio –casi más que ningún otro- para hablar del alma humana.
El año pasado se re-estrenaron en la Cineteca Nacional el ciclo de las tres películas del exilio de Antonio Skármeta, realizadas en Alemania entre 1983 y 1984. Para la presentación del DVD, el autor no privilegió a “Ardiente Paciencia”, las más premiada de las tres cintas, sino a la casi desconocida “Wenn wir zusammen lebten/Si viviéramos juntos”, una suerte de diario de Skármeta y otros artistas chilenos en el exilio. La estructura de la película es casi un collage de distintas personas, situaciones y sentimientos. Un aparente caos, pero que al verla por segunda o tercera vez muestra a cabalidad las distintas capas de emoción que gatilla el exilio: el desarraigo, la búsqueda de identidad en un nuevo contexto, los malentendidos idiomáticos, la nostalgia, el humor chileno que aflora a pesar de todo… La sensibilidad de un artista permite mostrar el verdadero caleidoscopio que implica el exilio en el alma, una gama de sensaciones y dolores hasta ahora apenas intuidos para el público chileno.
Algo similar sucede al enfrentar las películas de Marilú Mallet, Valeria Sarmiento y Angelina Vázquez, ya que agregan una o más capas a este caleidoscopio. Lo más interesante de la producción de estas tres realizadoras es el grado de innovación en formas y narrativas que han introducido en su obra, y que resulta un descubrimiento muy necesario para hacer justicia a la capacidad creadora que han desarrollado.
La película de Angelina Vázquez Gracias a la vida es un buen ejemplo de ello: es una narración que no podría haber sido filmada así por un hombre, y su mirada abre mundos. Incluso resuena en ella una insospechada actualidad en el debate del aborto en caso de violación. Así nace un desaparecido resume en 6 minutos de animación todo el horror de la persecución y la tortura, una pieza perfecta en su precisión emocional que remece al espectador.
Lo individual y lo colectivo, las raíces, la identidad en el exilio, las relaciones de pareja y de familia se entretejen en Diario inacabado de Marilú Mallet, en un ensayo visual que mezcla escenas cotidianas, reflexiones, y varios idiomas. Es una narración innovadora, tanto en su formato como en su contenido emocional. “No sabía que la felicidad es un hábito”, dice la autora en este filme, y más tarde, “hago películas de la forma que yo quiero”, mientras defiende abiertamente ostentar un estilo propio, distinto al de su marido cineasta.
Valeria Sarmiento explora el alma femenina al son del bolero y el tango, los radioteatros, el melodrama. Es una caligrafía que se nutre de Corín Tellado, que desnuda el machismo latinoamericano –como en Rosa la China o Amelia Lopes O´Neill- , pero que también realza la dignidad de la mujer y su universo de sentimientos. Un universo que reaparece en María Graham, en una suerte de álbum de fotos del pasado. Y también Valeria Sarmiento es capaz de mostrarnos en Secretos una descripción feroz de la sociedad chilena, de la idiosincracia de los retornados, con sorna, sarcasmo y el humor más negro.
En cuanto al concepto que da título al libro: las autoras y editoras comentan que la noción de “nomadías” permite abrir discursos y revelar el lado más humano y productivo de la dispersión geográfica que significa el exilio. Elizabeth Ramírez y Catalina Donoso agregan que las tres directoras, al ser “exiliadas, errantes, nómadas”, constituyen también “una rebelión ante los discursos patriarcales, ante el deber ser de lo político, ante los géneros cinematográficos, ante lo que se espera de un cine latinoamericano”. La connotación de errante, de road movie y de evolución que encierra el término es también adecuada para describir la búsqueda y los periplos de las tres realizadoras, que dicho sea de paso, han sido amigas con colaboraciones mutuas en distintos momentos. Cada una tiene una voz muy propia en tono y contenidos, cada una enfrentó el viaje de su vida de una manera única. Y en el caso de dos de ellas (Vázquez y Mallet) son hijas de migrantes, un detalle no menor en su producción.
En resumen, este libro es una celebración y un rescate muy necesario de la obra de Marilú Mallet, Valeria Sarmiento y Angelina Vázquez. Trata de visibilizar una obra que ha sido marginalizada hasta ahora en la revisión del cine chileno del exilio, para darles el sitial que merece. Con todo, la publicación no pretende abarcar la obra completa de las realizadoras, sino que funciona a modo de introducción, y da a entender cuánto queda por hacer aún. Lo más valioso de este libro es su vocación de comunicar a todo público, de manera atractiva y asequible, qué ha sido el cine para ellas.
Contiene ensayos con análisis detallados de varias películas de cada cineasta, realizados por José Miguel Palacios, Brenda Longfellow y Paola Margulis para Marilú Mallet; mientras que Valeria de los Ríos, Vania Barraza y Mónica Ríos de adentran en el cine de Valeria Sarmiento, y la obra fílmica de Angelina Vázquez es desarrollada por Laura Senio Blair y Elizabeth Ramírez, más una conversación con Zuzana Pick. Esta sección es una valiosa instancia para comprender el estilo personalísimo de las tres creadoras, insertado a su vez en su contexto histórico, social, político y fílmico.
Las entrevistas del final del libro, que dan voz a sus inquietudes más personales y permiten al lector entender las etapas de la vida y la carrera de cada una, permiten asomarse a una suerte de conversación personal directa y franca con las directoras. El lenguaje y los sentimientos acercan al lector a tener una creciente familiaridad con las artistas, al punto de querer llamarlas por sus nombres: Marilú, Valeria y Angelina. NOMADIAS: el cine de Marilú Mallet, Valeria Sarmiento y Angelina Vázquez tiende un puente al público no académico ni experto, para exponer sus vidas, sus dolores, sus preocupaciones, sus alegrías, sus logros. El dossier, que es un verdadero regalo, encierra sus fotos, materiales e imágenes, muchas de ellas inéditas. Una obra que se agradece, y que abre el apetito por saber más de estas tres mujeres y artistas, injustamente relegadas. Es de esperar que exista en el futuro nuevas obras que profundicen más en la filmografía y la mirada original que exhiben las tres, y que su cine sea difundido a mayor escala para ser apreciado a cabalidad.
Mardones, I. (2017). Nomadías: El cine de Marilú Mallet, Valeria Sarmiento y Angelina Vázquez, laFuga, 19. [Fecha de consulta: 2024-10-10] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/nomadias-el-cine-de-marilu-mallet-valeria-sarmiento-y-angelina-vazquez/814