Bifurcaciones de lo sensible

Cine, arte y nuevos medios

Por Héctor Oyarzún

Biografía +

Héctor Oyarzún nace en Punta Arenas en 1993. Es egresado de la escuela de cine de Universidad de Valparaíso. Actualmente termina su tesis para el Magister en Estudios de cine de la Universidad Católica de Chile. Programador de CineClub Proyección y colaborador del sitio El Agente Cine.


 
 

La noción de que el cine está pasando, al menos desde comienzos del nuevo siglo, por un momento de transición profunda parece ser el consenso entre diversas disciplinas, desde el periodismo a los estudios académicos. A pesar de esto, no sería exagerado decir que esta afirmación generalmente no va más allá de la mera constatación. La terminología habitual del cine, así como sus consideraciones ontológicas, mantienen un nexo inevitable con el trabajo teórico sobre la imagen heredado del siglo XX. Según Jonathan Rosenbaum, una vez que el material fílmico sobreviva solamente en los museos, “el trabajo teórico hecho en fenomenología y estética del cine a lo largo del siglo XX podrá ser enterrado bajo nuestros pies a favor de criterios menos diferenciados.” (2007, p.113).

Esta parece ser la preocupación que empuja Bifurcaciones de lo sensible. Cine, arte y nuevos medios, una publicación colaborativa entre la Universidad de Valparaíso y RiL editores. Bajo la revisión de Adolfo Vera y Sergio Navarro, el libro presenta 17 artículos agrupados en tres secciones: “Asedios contemporáneos: Imágenes políticas”, “Cine, memorias y territorios” y “Digitalización y nuevos medios audiovisuales”. Se trata de tres subdivisiones que abarcan perspectivas algo disímiles –a grandes rasgos: teoría política y filosofía en la primera, memoria y territorialidad en la segunda, e imágenes e interfaces digitales en la tercera–, pero que confluyen en su revisión de las viejas categorías del cine y sus potenciales nuevas denominaciones después de la irrupción de la digitalidad. 

“Asedios contemporáneos: Imágenes políticas” inicia con un texto que a primera vista podría haber sido parte del tercer segmento del libro. En “Experimentos en el cine, o el simio cinematográfico como cuasi-objeto” de Beate Ochsner se analiza el devenir de la figura del simio en el cine, desde los muñecos stop-motion de King Kong (Ernest B. Soedschack y Merian C. Cooper, 1933) a los modelos digitales de El planeta de los simios: (R)evolución (Rupert Wyatt, 2011). El repaso de Ochsner da cuenta de cómo el simio cinematográfico ha sido un “campo” de experimentación técnica donde se desdibujan las fronteras de los actores humanos y no-humanos. El perfeccionamiento técnico del Motion/Performance Capture hacen de César, simio protagonista de la cinta de Wyatt, un ejemplo de la inestabilidad de las fronteras entre animación digital y live action, y entre ciencia y entretenimiento. Este ensayo inicial anuncia algunas de las peculiaridades del libro, trabajando con cintas del cine mainstream hollywoodense y poniendo el énfasis en las implicancias políticas que puede traer el perfeccionamiento de las técnicas digitales.

Los siguientes tres ensayos van más atrás, revisando la actualidad de algunas de las teorías críticas del siglo XX. Tanto en el ensayo de Jean-Louis Déotte como en el de Lenin Pizarro figura de Walter Benjamin resulta central, de cierta manera, proponiéndolo como uno de los pensadores más vigentes y relevantes para concebir la imagen contemporánea. En el caso de Déotte se trata de una lectura de la fantasmagoría en Benjamin y cómo esta, en el caso del cine, configuraría una sensibilidad colectiva común. Déotte se pregunta, ¿hasta qué punto se cumplieron las expectativas de Benjamin respecto al cine? En el artículo de Pizarro, por su parte, se hermanan los análisis iconográficos de Aby Warburg con algunos de los procesos de escritura visual de Benjamin. Para el autor, ambos pensadores se “adelantan” al relevar los signos visuales por sobre los lingüísticos. Las imágenes dialécticas y los “montajes” del alemán prefigurarían las nociones actuales de la relación entre pensamiento e imagen.

“Cine, memorias y territorio” comienza con una revisión de la politique des auteurs y su posterior transformación en la “teoría del autor” de la mano de David Oubiña. En “Políticas de los autores: memorias políticas del cine”, el autor contrapone las visiones de Jean-Luc Godard y Glauber Rocha respecto al aspecto político de la propuesta con su posterior uso como mera categoría académica. Para Oubiña, como para Domin Choi, el cine “de autor” habría pasado a representar una denominación genérica en la industria, con elementos particulares a reconocer que cumplen pocas funciones más allá del marketing.

Por su parte, Sergio Navarro y Román Domínguez agrupan personalmente ciertas obras para proponer lecturas en torno a las posibilidades de narración. Navarro compara, en el primer ejercicio transdisciplinario del libro, Los rubios de Albertina Carri con la novela Estrella distante de Roberto Bolaño. Ambas son, para Navarro, ejemplos de indagaciones en la memoria fragmentada contemporánea. En el caso de Domínguez, por otra parte, se trata de ver cómo la “imposibilidad de narrar” establecida por Benjamin sería un elemento inherente al cine desde su carácter técnico-industrial, debido a su ausencia de aura. La evocación, en cambio, sería uno de los elementos comunes en el cine.  Domínguez observa el reflejo de esto en las entrevistas de algunas películas de Eduardo Coutinho, Everardo González y Joshua Oppenheimer. Este heterogéneo grupo de talking heads sirven al autor para proponer una lectura del acto de evocar frente a la cámara y de la evocación resultante en el espectador. 

La última sección del libro, “Digitalización y nuevos medios audiovisuales”, es la que contiene el mayor número de artículos y se encarga de recorrer distintas facetas de los fenómenos digitales dentro y fuera del cine, desde los dispositivos portátiles hasta el uso de los hashtags en Twitter. 

“Sobre la movilografía” de Richard Bégin retoma la noción de lo “mágico primitivo” de Gilbert Simondon –otro pensador del siglo XX que reaparece en más de un texto-, para plantear la “movilografía” como una posibilidad técnica emancipatoria. Entendiendo la tecnicidad como un desfase, la cámara pequeña de formato portátil privilegiaría la aparición del elemento imprevisto al inscribir de manera triple “la movilidad del cuerpo, la portabilidad del aparato y la practicabilidad del espacio”. Con escasas menciones al cine, el texto de Bégin inaugura la sección menos convencional del libro, poniendo en este caso las cámaras de celular como su objeto de estudio. 

Nuevamente a partir de Simondon, Adolfo Vera propone la “subjetivación digital” como un traspaso de paradigmas, “desde la proyección a la inmersión”. Se trataría, a su vez, de un cambio de “superficies de inscripción”, desde la cámara oscura a las pantallas táctiles digitales. La lectura de Vera termina retomando la pregunta de Simondon por la emancipación del objeto técnico, pero esa vez aplicada a las interfaces digitales. Sería interesante, por otro lado, contrastar la propuesta de Vera con el cambio de paradigma propuesto por Gordon Calleja a propósito de los videojuegos: desde la inmersión a la incorporación.

El siguiente ensayo de Natalia Calderón también plantea un mapeo más general –y ontológico– del cambio de régimen que implicaría la digitalidad. A partir de la canónica definición baziniana de la fotografía como una impresión de luz de la materia profílmica, Calderón se pregunta por las nuevas posibilidades ontológicas derivadas de que la cámara digital procese la luz como información. Se trata de un artículo breve que revisa el corpus teórico existente respecto a este giro, oficiando de repaso base para los artículos siguientes.

Por su parte, “Cuerpos frontera: mutación a través de interfaces digitales” de Valeria Radrigán y “«Nuevos medios»: una etiqueta que envejece velozmente” de Valentina Montero, problematizan las perspectivas teóricas predominantes frente a la digitalidad. Analizando la dimensión prostética y las “extensiones” tecnológicas, Radrigán distingue las dos principales actitudes filosóficas ante la tecnología como “tecnofóbicas”, de parte de quienes proponen una hegemonía de los aparatos por sobre el sujeto, y “tecnofílica”, de parte de la teoría cyborg y la posibilidad de contradecir las normatividades del cuerpo. La tercera vía, aunque sin plantear una respuesta, la posibilitaría la transmodernidad y la noción de que estamos en un estado de transición en el que los límites se desdibujan. Montero, en cambio, discute la ambigüedad de una de las categorías incluidas en el título del libro, la de los “nuevos medios”. Se trataría, para la autora, de una categoría que envejece en parte por su lógica de novedad, y en parte por la dificultad de trazar un límite definitivo que lo distinga de las prácticas de los “viejos medios”. La inclusión de estos dos artículos sirve no solo para revisar el estado de las teorías digitales, sino también para “desestabilizar” la propuesta del propio libro, proponiendo un positivo escepticismo frente a las nuevas propuestas de categoría.

El último texto de Jorge Budrovich y Udo Jacobsen analiza la inclusión de tecnologías digitales en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago de Chile. Los autores delinean un recorrido por la evolución del espacio de la institución museística, desde los depósitos privados a la exposición pública de colecciones en internet. Los autores proponen que la digitalidad podría irrumpir en los museos como una respuesta a la limitante de participación que subyace a las exhibiciones tradicionales. A pesar de esto, las interacciones digitales en los museos entregan solamente respuestas programadas organizadas en un índice, no completamente diferentes a las de la consulta de una enciclopedia. Budrovich y Jacobsen proponen la inclusión de las interfaces digitales como una necesidad, pero advierten respecto al limitado uso que en muchas ocasiones se les ha dado dentro de la práctica museística.

Este última sección es, quizás, la más heterogénea y atractiva del libro. Se trata de una propuesta ambiciosa –la de trabajar más allá del desfase teórico que poseen muchas veces las publicaciones académicas–, pero que tiene respuestas múltiples y de diferentes escalas: desde mapeos teóricos hasta la reflexión respecto al uso de pantallas táctiles, Bifurcaciones de lo sensible trabaja con aquellos objetos que modelan nuestra cotidianidad y que están, sin embargo, excluidos tantas veces del estudio académico.

 

Bibliografía

 

Navarro, Sergio & Vera, Adolfo (eds.) (2018). Bifurcaciones de lo sensible. Cine, arte y nuevos medios. RiL Editores. Santiago, Chile.

Rosenbaum, Jonathan (2007). Las guerras del cine. Cómo Hollywood y los medios conspiran para limitar las películas que podemos ver. Uqbar Editores. Santiago, Chile.

 

 

 

 

 

 
Como citar:
Oyarzún, H. (2019). Bifurcaciones de lo sensible, laFuga, 22. [Fecha de consulta: 2024-04-23] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/bifurcaciones-de-lo-sensible/947