Al comenzar, me permito una licencia: Reseñar la obra de Jacqueline Mouesca tiene un inevitable componente afectivo. Fuimos muchos los que en sus clases de cine tuvimos acceso, por primera vez de forma metódica, a la gran cinematografía y a la posibilidad de ver y analizar películas de cineastas de los que sólo habíamos leído. De su colección de cintas de vídeo pudimos ver nuestros primeros Godard, De Sica, Bresson, Buñuel, Lang, Eisenstein…, también Ruiz, Francia, Soto, Glauber Rocha… La maestra lograba conectarse con sus alumnos gracias a su cinefilia y pasión por el cine, particularmente por la nouvelle vague, y también gracias a su anecdotario personal, relatado en primera persona por alguien que tuvo contacto directo con varias personalidades del ámbito. El ejercicio de la docencia era un complemento lógico de su importante trayectoria como investigadora e historiadora del cine, particularmente de la cinematografía nacional.
Este nuevo libro, escrito en dupla con su pareja, el editor Carlos Orellana, viene a sumarse a una serie de publicaciones anteriores de la autora, que comenzaran en 1988 con la edición en España del emblemático Plano Secuencia de la Memoria de Chile (1988; libro hoy difícilmente ubicable), obras que dan cuenta de un esfuerzo perseverante por reconstituir y a la vez dejar constancia de lo que podríamos denominar una memoria fílmica nacional.
Afortunadamente, en esta labor Mouesca no es la única. Por su lado, otras estudiosas, Eliana Jara y Alicia Vega, trabajan en el mismo sentido y han aportado importantes publicaciones.
En un país como el nuestro, que no ha sido cuidadoso con su (nuestra) memoria fílmica (digamos, la apropiada conservación y difusión de las películas nacionales, principalmente las realizadas durante el siglo XX), los interesados en el cine hemos debido, en gran parte, conformarnos con leer sobre películas que nunca podremos ver porque están extraviadas, derechamente desaparecidas o en muchos casos, a las cuales es muy difícil acceder por encontrarse mal conservadas y dispersas entre diferentes formatos y dueños.
Éste, que es uno de los grandes males de nuestra cinematografía, trata de ser remediado por la cada vez más extensa literatura sobre cine, la publicación de catastros, documentos, estudios, que se proponen suplir y dar cuenta de aquellos cineastas, episodios, obras fílmicas, registros documentales, ficciones, cortometrajes, que de otra manera permanecerían en el olvido.
Sin embargo, con estos esfuerzos, valiosos todos, hay un escollo que aun parece insalvable, que es la especificidad del tema y la dificultad para llegar a un público amplio. Pareciera ser que todas las publicaciones de este tipo finalmente terminan ocupando espacio en las bibliotecas de las universidades que cuentan con carreras de cine y periodismo, en los estantes de las librerías o decorando las repisas de los mismos cineastas, profesores de cine, estudiosos, interesados en el área, y uno que otro estudiante afín.
Es así que, tomando en cuenta lo anterior, resulta una verdadera contribución que Mouesca y Orellana hayan planteado de manera sensata esta Breve Historia del Cine Chileno como una obra de divulgación general. El libro no está necesariamente escrito para especialistas o estudiosos del área (aunque también les es útil, ya que entrega información valiosa que incluso puede resultar para muchos inédita) y evita declaradamente la intención crítica y analítica. Su valor está en el compendio y en su función informativa. Más aún, su sistematización, su formato, y lo ameno de su redacción (sus 259 páginas podrían leerse con facilidad durante un fin de semana, o en sucesivos viajes largos en el Metro) contribuyen justamente a que esta intención manifiesta de los autores se cumpla. En consecuencia, este libro podría formar parte de la biblioteca de las universidades, pero también de los liceos, escuelas, colegios, bibliotecas públicas y efectivamente puede servir a que el neófito o simplemente el interesado general que quiera acercarse al tema pueda bieninformarse y conocer de qué se trata esta muy bien documentada “Historia” fílmica nacional, repleta de vicisitudes, curiosidades e hitos dignos de conocer.
Lo de “Breve” se debe simplemente, según los mismos autores señalan, a que la investigación plasmada en el libro puede no resultar lo suficientemente detallada, exhaustiva, abarcadora. Es cierto, pero para pod er serlo se necesitaría al menos la publicación de un par de tomos gruesos y, por otro lado, la intención de este libro es justamente que su lectura pueda complementarse con estudios más específicos y analíticos sobre ciertos periodos, aspectos o autores de la cinematografía nacional, los cuales actualmente abundan. La idea finalmente es poder contar con una especie de mapa general que facilite el conocimiento, como es ya usual en la mayoría de las obras afines escritas anteriormente por Mouesca.
También es cierto, para ser precisos y al contrario de lo que podría creerse, que no hay muchas “Historias”, con mayúscula, sobre el cine chileno. Esa historia podría reconstituirse en base a retazos compuestos por las diversas publicaciones sobre aspectos diversos y específicos del cine nacional, pero rara vez se encuentra resumida en un solo estudio. Esta Breve Historia… viene, en cierta manera, a extender y superar la Historia del Cine Chileno realizada por Carlos Ossa Coo, publicada por Quimantú en 1971, otro libro difícil de encontrar y bastante más resumido y escueto en extensión y, hasta ahora, el último intento conocido de condensar la historia completa del cine nacional. Entonces, este trabajo de Mouesca y Orellana viene a establecerse como una necesaria nueva Historia, y a ocupar ese vacío, apareciendo como un referente necesario y hasta oportuno si consideramos además el contexto del Bicentenario de la nación en el cual se ha publicado.
En el libro, escrito con un estilo informativo neutral que evita la pretensión literaria y dejando los comentarios y opiniones solamente a cargo de citas recopiladas de otras publicaciones, los autores configuran de manera algo didáctica un mapa cronológico dividiendo la historia del cine chileno en doce periodos significativos y claramente diferenciados, que abarcan desde los últimos años del siglo XIX, con la llegada al país de los primeros Cinematógrafos, hasta el 2009, año de estrenos importantes como las súper comentadas La Nana (Silva: 2009) o Dawson, isla 10 (Littin: 2009).
Desde sus primeras páginas, el lector puede resultar con facilidad entusiasmado al enterarse sobre el comportamiento de nuestra sociedad a principios del siglo XX o también de los serios intentos por convertir a la ciudad de Antofagasta en un Hollywood de Sudamérica. Entre muchos otros aspectos, se enterará también de la importancia que tuvo el desarrollo del vídeo durante los años del régimen militar y sabrá de la relevancia que tuvo para todo el continente la realización del Festival de Cine de Viña del Mar. Conocerá, a grandes rasgos, cómo las cambiantes políticas de Estado han influido para bien o para mal en el desarrollo del cine nacional y tomará nota de la verdadera trascendencia que ha tenido el desarrollo del género documental en el país. Finalmente se dará cuenta de una trayectoria que, al igual que nuestro fútbol, no ha conseguido un desarrollo continuo y estable en el tiempo, y está llena de momentos esperanzadores, pérdidas, auges momentáneos y severas caídas. Pero fundamentalmente, al enterarse de todos estos episodios, títulos y nombres, el lector puede tomar conciencia de un aspecto importante de la cultura nacional que permanecía relativamente oculto entre el polvo de libros apilados o en oscuras conversaciones de bar de algunos estudiantes o profesores de cine. Una Historia que, por cierto, no tiene un fin.
Maldonado, C. (2010). Breve historia del cine chileno, laFuga, 11. [Fecha de consulta: 2024-10-11] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/breve-historia-del-cine-chileno/396