La reunión de cine y memoria en el ejercicio de reconstrucción histórica despierta un diálogo siempre interesante. El primero con su problemática y jamás inocente capacidad de fijar el presente en su duración, la segunda atada inexorablemente a su deformación y desgaste, funcionan como dos polos para la delimitación textual del pasado, que se enriquecen en su complementación. Vincular memoria y cine para hablar de un periodo temporal determinado ofrece, de manera paralela, la perspectiva íntima de quien recuerda y la densidad material de un registro que, ya sea por omisión o principio, es reflejo de su tiempo. En el libro Con los ojos abiertos, el cineasta chileno Sergio Trabucco ensaya este juego de cruces al rememorar su participación en el proceso del llamado Nuevo Cine chileno y latinoamericano, a la vez que los productos de esos mismos cines le permiten comentar sobre un proyecto cultural y político de orden transnacional, en aquel tiempo donde la Patria quiso ser Grande pero chocó de frente con una pared de hierro, que no tenía entre sus planes admitir tal construcción.
El libro recorre más de 60 años de historia del cine, principalmente en Chile pero acudiendo de manera regular a otras latitudes latinoamericanas, principalmente Cuba, Brasil, Argentina, Perú, Bolivia y Venezuela. Desde los incipientes esfuerzos por sistematizar una producción de carácter estatal hasta las paradojas del cine durante la Dictadura Militar y los avatares de su continuidad luego de la transición democrática, Trabucco entremezcla sus propias experiencias con las de amigos y colegas de toda la región, para armar un relato extenso y detalladísimo de los pormenores de este cine. Siendo siempre pobre, pero que desde la década de los 60’s empieza a tomar conciencia de su condición y volverla discurso, el autor describe un movimiento que parte incorporando referentes europeos, para luego hacer suyo los principios revolucionarios que inundan el continente y proyectar desde su realidad, una mirada crítica y reflexiva en torno a su presente. Como testigo presencial y participativo de los hechos, Sergio Trabucco ofrece un recorrido muy interesante en cuanto a rasgos específicos de los nuevos cines, esquivos para un trabajo histórico o interpretativo de otras características. Ya sea en anécdotas de rodajes memorables, el rol siempre cambiante de Chile Films para la industria local, las asperezas políticas al interior de las organizaciones de cineastas durante la Unidad Popular, o la crudeza del testimonio del trabajo clandestino, la tortura y el exilio, la lectura ofrece una perspectiva acabada del panorama del cine chileno y latinoamericano, sus logros en cuanto lenguaje, sus fracasos en cuanto proyecto.
Estructurado a partir de cinco partes, el relato pasa por los precursores en los años 30, los fundadores del Nuevo Cine en los 60’s y 70’s, el quiebre radical de la Dictadura y cómo se le sobrevive, el retorno y la reinvención, para terminar con un breve análisis de las circunstancias actuales del cine en América Latina. La progresión se plantea año a año, tal vez la decisión más discutible del texto, ya que ofrece escaso rendimiento a la propuesta. La narración que propone el autor navega constantemente por distintos momentos del proceso que le interesa retratar, dando saltos y volteretas, pasando de un tema a otro sin mediar mayor motivo. En este sentido, ir avanzando año a año, no solo resulta tedioso a ratos, sino que hace que la información se repita en múltiples oportunidades, ya que lo que se dijo en los años 40 y tuvo consecuencias en las décadas posteriores, se reitera una y otra vez, denunciando cierta desprolijidad en relación a la longitud del texto. En el mismo sentido, las primeras secciones del libro parecen eternizarse en relación a lo que pretende ser su núcleo, el Nuevo Cine en Chile y Latinoamérica. Los primeros años no representan tanto sus memorias como la reconstrucción de recuerdos ajenos, lo que si bien funciona como preámbulo, desentona en relación a lo que sin duda aparece como más fundamental: las vivencias del autor en algunos de los momentos insignes del movimiento; su participación en Largo Viaje (Patricio Kaulen, 1967), Caliche Sangriento (Helvio Soto, 1969), El Chacal de Nahueltoro (Miguel Littin, 1969), Palomita Blanca (Raúl Ruiz, 1973), entre otros, su lugar como dirigente gremial, como militante del MIR, todos fragmentos más iluminadores respecto a su recuerdo y su discurso.
Si bien la pretensión de describir lo que va aconteciendo a lo largo y ancho del continente tiene un fin nítido en lo amplio del movimiento, la gran cantidad de información termina por quitarle profundidad al relato. En reiteradas oportunidades la acumulación de datos, películas y nombres no supera la enumeración, aplanando diferencias entre distintos hechos, donde un hito particular, que evidencia mayor trascendencia se equipara a una anécdota circunstancial y sin relevancia, olvidando matices y jerarquías 1Un ejemplo de esto se puede percibir en el mero recuento del altercado al interior del ICAIC en el año 1961 por la prohibición de la película PM, los debates por el lugar de la cultura en el cine cubano y en la Revolución y la polémica declaración de Fidel “…dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada….” (p. 125) Donde se podría demandar una explicación detallada o una reflexión más propositiva por parte del autor, en un punto seguido se vuelve a Chile con un tema totalmente distinto. En definitiva, se evidencia un problema de edición, quizás difícil de asignar pero que termina por mermar la integridad del texto, cuya longitud no se percibe enteramente justificada y donde se distinguen errores de revisión y corrección que son simples de evitar.
Más allá de estas dificultades, Con los ojos abiertos es sin duda un relato necesario, tal vez como todo testimonio de la historia reciente en Chile. Muy a menudo se intenta invisibilizar los efectos que tuvo la Dictadura en la configuración de nuestra cotidianidad y, por tanto, los esfuerzos que se resistan a esa borradura tienen un mérito en sus intenciones más primarias. La comodidad del “borrón y cuenta nueva” hace más fácil pensar el cine en Chile de hoy desde un relato mítico de los gobiernos de la Concertación y los fondos concursables, en vez de la peliaguda pregunta por las complejidades que fueron dando forma a un cine que, como el proyecto político que le acompañó, vio truncado su camino y tuvo que reinventarse, preso de pactos y concesiones. La memoria, sabemos, puede a ratos ser muy obstinada, y en estos casos, porfía en la necesidad de otorgar nuevas luces sobre momentos de nuestra historia que nunca deben darse por concluidos, tanto en el ámbito del cine como en cualquier otro de la esfera social. El libro de Sergio Trabucco invita a no dejar de mirar atentamente la historia, tanto esa que pasaba de manera tan inmediata, prácticamente imposible de aprehender para los realizadores del Nuevo Cine, como la de nuestros tiempos, casi de manera opuesta, donde lo chato y abúlico hace necesario mantenerse alerta, despierto, con los ojos abiertos.
Parra Z., J. (2015). Con los ojos abiertos, laFuga, 17. [Fecha de consulta: 2024-12-09] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/con-los-ojos-abiertos/737