El crítico inglés Raymond Williams acuñó el concepto de “estructura de sentimiento” para hablar del conjunto de sentidos, experiencias y lenguajes que conforman cierto espíritu epocal que exceden con creces las variables económicas y estructurales en términos “duros”. Williams llegó a decir que de aquí se extraía “el sentido vital real, la profunda comunidad que hace posible la comunicación” y llegó a agregar que de aquí se jugaba un punto de partida epistemológico para comprender procesos sociales y culturales.
Al ver Escapes de gas, el documental de Bruno Salas que inaugura el ciclo 2015 Miradoc, recordé esta idea. Ella está presente a lo largo de todo el filme, y se extrae de testimonios de obreros, artesanos, artistas, arquitectos presentes en la construcción del edificio de la UNCTAD, hoy centro cultural GAM, antes Ministerio de Defensa pinochetista. Para quien habite la ciudad de Santiago, sabe que el edificio es una enorme estructura en plena Alameda, de indesmentible presencia y hoy convertido en un moderno centro cultural, esto después del incendio que azotó a la estructura el año 2006, momento después del cual se le decidió rescatar. La historia algunos la conocíamos, a decir verdad, difundida ampliamente, para quien no la sepa la resumo brevemente: el edificio se realiza durante el segundo año de gobierno de Allende como sede del encuentro de la UNCTAD (Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas). Allende convoca a un grupo de arquitectos, liderados por Miguel Lawner para que en menos de un año se lleve a cabo el proyecto. Con el apoyo de las agrupaciones de obreros comprometidos con el gobierno y luego de artistas y artesanos, la obra llega a puerto siendo un moderno centro de eventos que luego pasa a ser un centro social abierto a la comunidad y es un proyecto emblemático de Allende.
En términos de estilo arquitectónico, el edificio convoca un modernismo constructivista inspirado en parte en Le Corbusier, pero luego se abre a la intervención de parte de un gran grupo de destacados artistas y artesanos. Es curioso, pero estas intervenciones son mucho más que eso, los artistas y artesanos son convocados a trabajar en conjunto con los arquitectos y diseñadores llevando a cabo un “arte funcional” al edificio, una verdadera obra colectiva donde se podía encontrar un tapiz compuesto por tejedoras artesanales, o la escultura de Felix Maruenda que le da el nombre al documental, una chimenea con un moderno diseño.
El documental recoge la historia del edificio desde sus inicios, utilizando un material de archivo bastante interesante, que va de filmaciones de la construcción, a los planos e ideas del diseño, pasando incluso por un programa de televisión bastante ilustrativo donde se va recorriendo el edificio, así también, cierto espíritu de entusiasmo proyectado en su construcción. Un edificio como punto de reunión de intereses sociales, lugar de encuentro entre arte, arquitectura y sociedad, cuestión que va armándose desde distintos puntos de vista, un mosaico de testimonios que en este caso Salas sabe montar y utilizar como parte de una construcción colectiva de lo social.
En este sentido, una de las reflexiones más profundas del documental se establece desde un “comunismo cultural”, si nos entendemos bien, la renuncia a la dimensión del valor mercantil del arte para ser parte de un proyecto colectivo, el cuestionamiento al estatuto autónomo de la obra y el artista para ser parte de una idea más amplia y abarcadora de lo social. La reflexión aquí nos lleva a la función social del arte, y la promulgación de un rol activo en la construcción de lo social y lo colectivo, aún más allá de todo circuito y nivel de producción: emociona aquí el hermoso tapiz tejido a manos de colectivos de tejedoras, verdadera metáfora de un pueblo trabajando para lo comunitario, o los peces de mimbre de Alfredo Manzano, encargados por Miguel Bonatti (uno de los coordinadores y artista participante).
Todo esto Salas lo compone con soltura y el montaje logra poner en relación, insisto, estos testimonios y archivos. El punto de quiebre viene, por supuesto, con la dictadura que ¡por suerte! no se nos muestra con los Hawker hunter sobre La Moneda si no con las esculturas monstruosas de militares de Felix Maruenda, quien hacia el cierre prácticamente se toma el documental, en una especie de homenaje a su figura e idea de artista tomados de otro documental, así como el tema de su escultura “Escapes de gas” que servía como chimenea y lograba dar cuenta de la relación arte/funcionalidad que está al centro del edificio. Con más menos acierto en esto, queda clara la urgencia de rescatar la chimenea del olvido por ser un emblemático trabajo del edificio y su concepto, y aquí se desliza un pequeño comentario hacia el Gam actual y su descuido al respecto. En consonancia con el documental GAM (2012) de Ignacio Agüero, la gestión actual queda en la operación de rescate del centro cultural luego de la destrucción llevada a cabo por los militares, aunque no se profundiza en las transformaciones profundas en la idea de cultura promovidas por el centro. De un período a otro aparece un hiato donde la imagen no se refleja.
Creo que la clave está en el postulado “común” del Allendismo, la cultura popular como lugar de enunciación, una idea que es capaz de generar la “estructura de sentimiento” que mencionábamos en el primer párrafo. Al pensar esto, el documental de Salas sale ganando, transmitiendo la fuerza de una idea social promulgada como participación social y compromiso con el gobierno. Es esa fuerza social de los ideales lo que cristaliza el edificio de la Unctad. Y es el derecho político a recordarlo el que parece estar en juego en la obra de Salas.
Pinto Veas, I. (2015). Escapes de gas, laFuga, 17. [Fecha de consulta: 2024-11-10] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/escapes-de-gas/756