“La muerte trabajando” así comienza Teresa de Lauretis su libro La Pulsión de Freud. Psicoanálisis, literatura y cine recientemente traducido al español y publicado por la editorial Pólvora. La autora, una teórica feminista postestructuralista cuyos escritos han sido fundamentales aportes a la teoría de género, queer y al análisis cinematográfico desde una lectura psicoanalista, recupera la potencia de la pulsión de muerte en Freud como un tropos para leer nuestros tiempos. Un concepto que emerge desde la teoría sexual en un momento histórico marcado por los traumas de la gran guerra en Europa, y que la autora actualiza, trae a su presente también signado por el trauma social a inicios del nuevo milenio con la caída de los Torres Gemelas en Estados Unidos y el horizonte de una guerra global.
Ahora bien, la muerte trabajando como pulsión no implica necesariamente la detención, la pura negatividad o el fin de algo, sino que de Lauretis nos propone considerar a la pulsión de muerte como modo de incorporar la sospecha, el conflicto, la paradoja, el límite. “Si regreso a la noción freudiana de una pulsión inconsciente de muerte, es porque ella involucra el sentido y la fuerza de algo en la realidad humana que resiste tanto a la articulación discursiva como la diplomacia política, una otredad que amenaza el sueño de un mundo en común. Dado que hoy el mundo nuevamente se oscurece, quisiera recuperar la sospecha de Freud de que la vida humana, tanto individual como social, está desde el inicio comprometida por algo que la socava, por algo que trabaja en contra de ella; algo que puede trascenderla, no desde arriba o desde atrás, sino desde el interior de la materialidad misma” (p.28), dice la autora en su fabulosa introducción.
De Lauretis, entonces, se propone, o más bien desea, traducir, detraducir, retraducir, la teoría freudiana de las pulsiones -de muerte, pero también de vida- para leer el mundo en el nuevo milenio. Para ello realiza un exhaustivo análisis de los escritos de Freud, así como también de la lectura de Laplanche, desplegando el concepto de pulsión, al que categoriza como fronterizo, de ahí su espacio queer. La pulsión -en sus tensiones entre vida y muerte- como figura liminal, paradójica que remite a un tránsito, un pasar, un movimiento; que cuestiona las categorías fijas y el modo de construir conocimiento y lenguaje a través binomios. Dice la autora “las oposiciones categóricas entre lo psíquico y lo biológico, entre el orden del significante y el de la materialidad del cuerpo, o entre el orgánico inorgánico, ya no se sostiene más. Éste es el espacio figurativo habitado por la pulsión de Freud, un espacio no homogéneo y heterotopico de pasaje, de tránsito y de transformación” (p.33-34).
Es por ello entonces que el tropos de la pulsión de Freud tiene mucho que aportar a las teorías feministas en su cuestionamiento del sexo-género, y es que como ella misma menciona, el psicoanálisis es la primera teoría del siglo XX que separa la sexualidad del ámbito de lo biológico, así como también la pulsión del instinto.
La tarea no es un mero ejercicio teórico, de Lauretis transfiere estos conceptos a la especificidad histórica, la cual lee a través de ciertos productos culturales: filmes y textos literarios. Y es que para esta pensadora el cine -y también la literatura- inscribe la sexualidad en las subjetividades. La fantasía, la identificación y el deseo de los espectadores que reaccionan frente a las pulsiones escópicas y auditivas del cinematográfo; la pulsión erótica, el deseo, y de muerte se superponen y se repliegan en el sujeto espectador.
En el primer capítulo “Basic Instinctc: una guía ilustrada de la teoría freudiana de las pulsiones” presenta sus lecturas y relecturas del concepto de pulsión en Freud, para luego detenerse en dos películas a modo de ilustrar cómo la noción de pulsión se inscribe en las fantasías públicas: el conocido filme de Paul Verhoeven Bajos instintos y The Hunger (El Ansía) de Tonny Scott, ambas películas de la década del noventa pertenecen a una suerte de moda lésbica chic y de mujeres asesinas. En el segundo capítulo “La pulsión obstinada: Foucault, Freud y Fanon” se pone en perspectiva la lectura de Foucault desde el psicoanálisis, distanciándose de las visiones racionalistas de la construcción social. De Lauretis sostiene que las concepciones de sexualidad de Freud y Foucault no son tan incompatibles como muchos sostienes, sino que ambos coinciden en desplazar al sujeto cartesiano y considerar al cuerpo como el espacio de inscripción de la pulsión. Se trataría de una “implantación” que liga al mismo tiempo la pulsión al yo y a lo social, tal como se ilustra en el recuerdo traumático de Fanon cuando de niño le gritaron en la calle con terror: “Mira, un negro”: la implantación del tinte de la raza en la piel.
En el capítulo 3 “El espacio queer de la pulsión”, a través de las lecturas de Freud y Laplanche despliega el concepto de pulsión a partir de su condición fronteriza, rompiendo con los binomios entre lo psíquico y lo biológico, entre lo orgánico y lo inorgánico, y por tanto desplazándolo a un espacio queer.
Los dos últimos capítulos los dedica justamente a indagar en la inscripción figurativa de la pulsión de muerte en dos obras cargadas también de pulsión sexual. Se trata de una obra literaria modernista de 1936, El bosque de la noche de Djuna Barnes y la película estrenada en 1999 eXistenZ de David Cronenberg. La película le permite a de Lauretis pensar en su tiempo, las pulsiones de sexo y muerte en un contexto de virtualidad y lucro corporativo, identificando allí cómo es que “la muerta está trabajando” en nuestro tiempo.
El libro nos propone volver a Freud, recuperar el concepto de pulsión en cuanto espacio fronterizo, paradójico, para abordar preguntas que el cine de hoy no deja de plantearnos acerca del vínculo entre espectadores, afectividad, subjetividad y fantasía, distanciándonos de cualquier respuesta que pueda darse sobre ello desde el ámbito de lo racional, así como también de lo simbolizable. Si bien su visión puede ser menos optimista, contraponiéndose a las teorías del constructivismo social que hacen de la sexualidad una operación posible de ser performada y por tanto rearticulada por los propios individuos, también nos permite distanciarnos de un voluntarismo dominante que no logra desprenderse aún de un sujeto racional, centrado y con voluntad de poder, para adentrarnos en la otredad misma que están también al interior de cada uno de los espectadores.
Lattanzi, L. (2023). La Pulsión de Freud. Psicoanálisis, literatura y cine, laFuga, 27. [Fecha de consulta: 2024-12-14] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/la-pulsion-de-freud-psicoanalisis-literatura-y-cine/1195