Mapa para conversar comienza con el sueño de Roberta (Andrea Moro), caminando en ropa interior por las calles de Santiago oriente, llevando a cuestas su cama, su plumón, su almohada. Cruza una plaza, pasa por el frontis de una iglesia, por un muro rayado (“No más alzas”), en rojo. Roberta está enloqueciendo en el sueño, gira en su propio eje y a su alrededor la ciudad se despliega errática y delirante.
El filme nos presenta la historia de Roberta (una mujer de casi treinta) con un hijo, una novia (Francisca Bernardi) que es diseñadora/teórico del post porno, y una madre menos conservadora de lo que presenta Roberta. Luego de un cálido ingreso (a modo de introducción) en universo de cafés, de levantadas matutinas para ir al colegio, discusiones telefónicas, Roberta, la madre y la novia hacen un paseo en velero.
Hay un guiño explícito a El cuchillo en el agua (la ópera prima de Roman Polanski: una embarcación, tres personajes, encierro e infinitud en constante tensión) pero donde en aquella película se establecía una lucha que era tanto del poder masculino –entre dos hombres que buscaban impresionar a una mujer- como también de clases sociales, en Mapa… hay un desplazamiento que va desde la mirada feminista a la femenina, indeterminadamente, logrando rehuir la discursividad (a pesar de las disertaciones comprometidas de sus personajes) pero estableciendo una postura que es sólida, no sólo desde Roberta hacia el mundo, sino, sobre todo, desde Roberta hacia si misma.
La película de Constanza Fernández es extraña, como un animal único en su especie, tan seductora como imperfecta. Seductora por el despliegue de un mundo a partir del contacto accesible a un espacio y a un tiempo muy definido y muy particular, en un vaivén que recorre tanto la trivialidad como la épica, con personajes que lucen sus defectos y que en esa incorrección son extremadamente entrañables. Imperfecta porque hay algo que tiende a descentrarse con ciertos planos que parecen exhibir directamente su complejidad, amenazando con perder el equilibrio.
Mapa… es una película donde la palabra impera, los diálogos son complejos, intelectuales, las frases elaboradas, sobre-significadas; y en esa rigurosidad por observar el rol de la elección de las palabras en los procesos de comunicación (o de incomunicación), los personajes logran volver grave lo anecdótico y neurótico lo calmo.
Nada en este filme concluye, y eso es sumamente atractivo, hay fricciones que se anuncian y quedan instaladas, los conflictos no se resuelven, los objetivos no están definidos. Si no hay viento la embarcación no avanza, y ocurre algo similar con el filme; los personajes no esperan a que algo los mueva, quieren quedarse a la deriva. En esa exhibición de un espíritu humano confuso, el relato triunfalmente se concentra en pequeños eventos extremadamente divertidos mientras la cámara oscila y la narración no cesa su balanceo.
Urrutia, C. (2012). Mapa para conversar, laFuga, 14. [Fecha de consulta: 2024-12-12] Disponible en: http://2016.lafuga.cl/mapa-para-conversar/593